miércoles, 14 de diciembre de 2011

La Vida Cristiana Victoriosa Capitulo Catorce

Por Alan Redpath

Poseyendo Nuestras Posesiones 

Josué 13:1 

1 Estos son los reyes de la tierra que los hijos de Israel derrotaron y cuya tierra poseyeron al otro lado del Jordán hacia donde nace el sol, desde el arroyo de Arnón hasta el monte Hermón, y todo el Arabá al oriente: 
2 Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón, y señoreaba desde Aroer, que está a la ribera del arroyo de Arnón, y desde en medio del valle, y la mitad de Galaad, hasta el arroyo de Jaboc, término de los hijos de Amón; 
3 y el Arabá hasta el mar de Cineret, al oriente; y hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al oriente, por el camino de Bet-jesimot, y desde el sur al pie de las laderas del Pisga. 
4 Y el territorio de Og rey de Basán, que había quedado de los refaítas, el cual habitaba en Astarot y en Edrei, 
5 y dominaba en el monte Hermón, en Salca, en todo Basán hasta los límites de Gesur y de Maaca, y la mitad de Galaad, territorio de Sehón rey de Hesbón. 
6 A éstos derrotaron Moisés siervo de Jehová y los hijos de Israel; y Moisés siervo de Jehová dio aquella tierra en posesión a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés.
Josué 12:1–6

1 Siendo Josué ya viejo, entrado en años, Jehová le dijo: Tú eres ya viejo, de edad avanzada, y queda aún mucha tierra por poseer. 
2 Esta es la tierra que queda: todos los territorios de los filisteos, y todos los de los gesureos; 
3 desde Sihor, que está al oriente de Egipto, hasta el límite de Ecrón al norte, que se considera de los cananeos; de los cinco príncipes de los filisteos, el gazeo, el asdodeo, el ascaloneo, el geteo y el ecroneo; también los aveos; 
4 al sur toda la tierra de los cananeos, y Mehara, que es de los sidonios, hasta Afec, hasta los límites del amorreo; 
5 la tierra de los giblitas, y todo el Líbano hacia donde sale el sol, desde Baal-gad al pie del monte Hermón, hasta la entrada de Hamat; 
6 todos los que habitan en las montañas desde el Líbano hasta Misrefotmaim, todos los sidonios; yo los exterminaré delante de los hijos de Israel; solamente repartirás tú por suerte el país a los israelitas por heredad, como te he mandado. 
Josué 13:1–6

Un lector casual del libro de Josué, podría ser tentado a pasar rápidamente por alto los capítulos 12 y 13, porque para la lectura rápida contienen solo los récords de los territorios de Canaán, una lista de nombres y lugares, algunos de los cuales es difícil pronunciar y aun mas difícil entender. Sin embargo si usted se rinde ante esta tentación usted se perdería de mucho. Los grandes tesoros de la Palabra de Dios no se encuentran sobre la superficie para que nosotros podamos tomarlos ligera y fácilmente. Vamos entonces a considerar brevemente el doceavo capitulo, que es un resumen de la extensión de la conquista de Canaán. Los primeros seis versículos nos hablan acerca de las conquistas bajo el liderazgo de Moisés; los versículos siete al veinticuatro nos hablan de las conquistas bajo el liderazgo de Josué. Las conquistas bajo Moisés, como es de esperarse, se refieren a las batallas en el desierto, del lado oriental del Jordán. Las conquistas bajo Josué cubren las batallas en la tierra misma. Bajo Moisés, cierto territorio se había convertido en la heredad de Rubén, Gad, y la media tribu de Manases, de acuerdo con el deseo que ellos mismos habían expresado. Se nos informa en este capitulo exactamente hasta que grado Josué y sus ejércitos conquistaron parte de la tierra de Canaán. Seguido por una lista de treinta y un reyes poderosos que habían ocupado cierto territorio en la tierra, pero que ahora todos habían sido sometidos y los cuales se encontraban sujetos al pueblo de Dios. 

A menudo en el curso de la experiencia humana es bueno sentarse y reflexionar sobre todo lo que se ha conquistado por la gracia de Dios. No con jactancia, sino con un corazón humilde y agradecido, para reconocer los años que han pasado y repasar las paginas de la memoria cuidadosamente y recordar en donde ha triunfado la gracia de Dios, para que podamos volvernos hacia Su rostro y decir, “Mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;” (Romanos 5:20).

Para alguna gente, la mayoría de las batallas de la vida han terminado, les quedan pocas por pelear. Para muchos otros, sin embargo, la mayoría de las batallas de la vida aun tienen que ser libradas. Sea que ya hayan sido libradas o aun estén por llegar, que Dios nos conceda a todos la habilidad para poder decir al final de nuestra jornada, “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” (II Timoteo 4:7). 

Antes de dejar este capitulo por completo, permítanme referirles el sexto versículo, que nos dice que “Moisés siervo de Jehová dio aquella tierra [la tierra conquistada por Moisés] en posesión.” Estas palabras son casi las mismas que las que vemos en el capitulo 11:23, si substituimos el nombre “Moisés” por el nombre “Josué.” Pero oh, ¡cuan grande es la diferencia! 

No debo forzar demasiado ninguna analogía a las escrituras, aunque pienso que estoy justificado en emplearlo para ilustrar una doctrina que esta bien establecida en otras partes de la Palabra de Dios. Estas dos y media tribus que Moisés permitió que se quedaran del otro lado del Jordán no tuvieron mucho que ver con la vida nacional de Israel y perdieron demasiado pronto su heredad. Pareciera que hubieran sido absorbidas por las naciones que ellas debieron haber vencido. Ellos eligieron el lado oriental, el lado de la tierra que quedaba hacia el desierto. 

La lección que quiero escribir en lo mas profundo de sus corazones, al pasar, es esta: que lo que sea que Moisés, el representante de la Ley, nos de a cualquiera de nosotros debe finalmente pasar por entre nuestros dedos, que inevitablemente vamos a fallar en todo lo que intentemos ser en el poder de nuestra propia resolución. Las bendiciones mas profundas de la vida espiritual no pueden ser sostenidas por la fuerza de nuestro propio propósito. Pueden ser nuestras solo en el compañerismo con Nuestro Señor Jesucristo, en quien esta guardada todo nuestra herencia, y de quien recibimos toda bendición por la fe. Porque “Dios… nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3). ¡Que Dios quiera que podamos aprender esa lección y que dejemos de intentar lograr entrar en la tierra de bendición solo por nuestro propio esfuerzo! 

Ahora consideraremos mas especialmente Josué 13:1, en donde leemos, “Siendo Josué ya viejo, entrado en años, Jehová le dijo: Tu eres ya viejo de edad avanzada, y queda aun mucha tierra por poseer.” Josué tenía ya cerca de noventa años, y una gran porción de la tierra aun no había sido subyugada y permanecía sin ser poseída. Los primeros seis versículos de este capitulo nos dan una clara demarcación del territorio no poseído. No debían descansar sobre los logros pasados, porque sino el propósito de Dios para Israel nunca podría ser realizado. Como nos lo dijeron los primeros versículos del libro de Josué, Dios ya había intencionado dar a los israelitas toda la tierra, pero debían tomar posesión de cada pulgada de la heredad, ellos mismos. El método para poder poseer esta tierra, que ocupa el resto del libro de Josué, era, en primer lugar, deslindar la tierra y luego distribuirla entre las diferentes tribus, y finalmente dejar que cada tribu se apropiara de lo que se le había dado. Espero que usted entienda claramente este principio, porque lo veremos de nuevo mas adelante. Sería interesante examinar la extensión del área de la tierra designada por el Espíritu Santo como la heredad del pueblo escogido. Se extendía desde la región de Filistia en el norte hasta las ricas tierras de pasto en el sur. Si nos pusiéramos a comparar lo que Dios había intencionado para los israelitas con la tierra que ellos de hecho poseyeron, veríamos que la diferencia entre los dos es vergonzosa. En toda su historia los israelitas nunca lograron todo lo que Dios había intencionado para ellos. 

Ahora, debo dejar que la historia aplique la lección espiritual a nuestras propias vidas. En el Señor Jesucristo se ha dispuesto la heredad celestial que Dios ha propuesto que cada uno de nosotros debería disfrutar. Lo que la tierra era para Israel, Cristo es para nosotros. Trazado en las paginas de la Palabra de Dios esta todo el territorio que debemos poseer: las montañas de la visión celestial; los valles que al principio pudieran haber parecido valles de desesperación, pero que ahora se han convertido en valles de infinita bendición; las tierras de pasto, reposo y serenidad, las ciudades que deben ser conquistadas, los enemigos que deben ser vencidos. Y es verdad para cada uno de nosotros que aun hay mucha tierra que poseer. Nuestra heredad en Cristo no es solo parte de Cristo, sino todo Él. Todo lo que hay en Cristo es lo que Dios ha propuesto para nosotros. Nuestra posesión es solo aquella parte de Cristo que por fe vayamos a reclamar, y no hay ni uno entre nosotros que pueda decir que ha reclamado todo lo que debemos tener. 

¿Podemos estar satisfechos con menos de lo que Dios tiene para nosotros? Nunca llegamos al nivel de la experiencia cristiana en la cual agotamos todas las posibilidades de la vida en Jesús. Ninguno de nosotros ha ganado toda batalla en la que hemos luchado. Al ver hacia atrás hacia todas nuestras experiencias, no podemos sino admitir que nuestras vidas llevan las cicatrices de muchas derrotas. Y no hemos luchado en toda batalla que deberíamos haber luchado, porque ha habido muchas veces en nuestra vida cristiana en las cuales hemos evadido al enemigo y hemos escogido un camino mas fácil. 

Pero yo no encuentro que estas verdades sean deprimentes. Encuentro en ellas la inspiración que me hace clamar, “Señor, llévame a un terreno mas alto.” Porque son las experiencias de derrota seguidas por la emoción del levantarse una vez mas y descubrir que la sangre de Cristo limpia, y que nuestro Salvador esta agarrado de nuestra mano y a nuestro lado y en nuestro corazón para guiarnos a seguir con Él-- es todo esto lo que nos mantiene siguiendo hacia la meta. Cristo nunca nos deja ni nos desampara, pero hay de hecho aun mucha tierra para ser poseída. 

Pensemos por un momento de algunas de las áreas en tu vida y la mía que aun deben ser poseídas. Meditemos en como podemos poseerlas, y, en conclusión, descubramos porque es que no las hemos poseído. 

Yo sugiero que aun hay mucho que poseer en el ámbito del conocimiento. Hablo, desde luego del conocimiento como algo distinto al intelecto. La disciplina mental, la memoria, la observación, todas estas cosas desarrollan el intelecto, pero esto es muy distinto al conocimiento. Uno puede tener poco intelecto, y sin embargo tener un profundo discernimiento de la verdad espiritual que va más allá de los límites del intelecto. Algunas de las mas maravillosas confirmaciones de la bondad de Dios han venido mientras he estado escuchando a un niño o niña que no han tenido ninguna ventaja educacional, pero que han llegado a conocer en realidad la presencia y poder del Cristo que habita en ellos, y a través de Él pueden hablar con sabiduría que va mas allá del intelecto. Por otro lado, claro que, un hombre puede ser muy listo y muy inteligente y estar muy bien informado, pero no tener nada de conocimiento; puede que sea un perfecto necio en las cosas que mas importan. 

El Señor Jesucristo nos da vida eterna para que podamos conocer al único Dios verdadero. Nos invita a que vengamos al Calvario cada día de nuestras vidas y con espíritu callado y corazón asombrado fijemos nuestra mirada en aquel que sangró y murió para que nosotros pudiéramos ser redimidos. Si lo vemos a Él, vemos al Padre, porque ningún hombre puede comprender el verdadero corazón de Dios sino fija su mirada sobre el Señor crucificado y resucitado. ¿Le conocemos? ¿Podemos decir con el Apóstol Pablo?, ¿“estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor: por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo. . . . A fin de conocerle, y el poder de su resurrección.”? (Filipenses 3:8, 10) 

Oh, mis queridos amigos, en el asunto de conocer a Cristo, cuanta tierra hay aun por poseer. ¿Por qué es que somos en realidad tan ignorantes? ¡Porque conocemos muy poco del Libro! ¿Cuántas páginas de su Biblia ha dejado sin poseer aun? ¿Cuántas de ellas aun son territorio sin explorar? ¿Cuántas de ellas nunca han sido marcadas o subrayadas para mostrar lo que Dios significa para usted? Cubrimos las mismas porciones una y otra vez; vivimos en las verdades rudimentarias: en capítulos tales como Juan 3, grandiosos y maravillosos de hecho, como los son. Pero continentes enteros del propósito redentor de Dios, revelados para que la mente alumbrada los descubra, para que se alimente de ellos y en los cuales se pueden regocijar, quedan sin ser poseídos. Usted no podrá conocer a Jesús nuestro Señor, al menos que lo conozca en Su Palabra. Compañeros cristianos, aventúrense a poseer algún campo sin explorar en la Palabra de Dios, y vean que clase de bendiciones les seguirán. 

De igual manera hay una amplia área para ser poseída en las experiencias del ámbito espiritual. En la vida de cada uno de nosotros, de la misma forma en la que era verdad en Canaán, existen reyes, enemigos, fortalezas y hábitos que están profundamente arraigados. Parecen estar tan fuertemente fortificados que, a pesar de todo esfuerzo, a pesar de todas nuestras oraciones y estudios Bíblicos, a pesar de todos nuestros ruegos ante el trono de Dios, parece que es imposible deshacernos de ellos. Nuestra paz es constantemente turbada por los ataques del maligno que existe dentro de nuestra personalidad. Nos ataca sin advertencia, y en un momento hemos perdido nuestra templanza, hemos hablado crítica y cortantemente. Una y otra vez, estos enemigos dentro de nosotros han sido vencedores a pesar de años de experiencia cristiana, o de vidas en el campo misionero, o de liderazgo en la obra cristiana o de enseñar a la gente. El enemigo nos ha capturado una y otra vez, y su fortaleza se mantiene firme ante todos nuestros intentos por derribarla. 

¿Es esto verdad acerca de usted? Si este libro de Josué, al estudiarlo juntos, significa algo para usted, significa mas y mas para mi cada día, pues puedo ver en el reflejo de mi propio corazón y mi propia vida. Si alguien me dice, “Esta vida cristiana es una batalla,’’ mi corazón lo siente, porque yo encuentro que es una batalla también. ¡Pero, oh, gracias sean dadas a Dios por la victoria en Jesucristo cuando aprendemos a reclamarla! ¡Como nos han resistido estas áreas de pecado! ¡Como nos han desafiado estos enemigos! De alguna forma, como Israel, fallamos en poseer la tierra que Dios nos ha dado. 

En algunos casos, como es de esperarse, la razón es que el cristiano nunca ha entregado al Señor Jesús su vida de negocios. La ha mantenido completamente fuera de la esfera de la autoridad de de nuestro Señor y dice, “Voy a servirme a mi mismo y a mis propios fines. Yo ganaré mi dinero y cuidaré de mi familia y mi negocio, pero esto no se mezclará con mi religión.” En otros casos, es porque los hombres son muy renuentes a permitir que la autoridad de Dios este sobre sus asociaciones terrenales y sobres sus amistades terrenales. 

Oh, amados, piensen en el ideal de Dios, expresado a nosotros en Su Palabra, que es, ¡“Que seamos conformados a la imagen de Su Hijo”! Considere por un momento Su fuerza y Su dulzura, Su Santidad, Su odio por el pecado, Su amor por usted y por mi, Su devoción a la voluntad de Dios, Su vida de auto sacrificio. Ese es el ideal de Dios, ese es el ideal que nuestras almas deben poseer. Si la vida de nuestro preciado Señor no esta siendo reproducida en nosotros día tras día, nuestro cristianismo no esta siendo vital, no es eficaz, no es revolucionario; porque el solo propósito de nuestra fe y la substancia de toda nuestra doctrina es que seamos conformados a la imagen del Hijo de Dios. ¡Hay mucho terreno que poseer! Sabemos que esto es verdad. ¿Pero cómo poseer nuestra posesión en Jesucristo? Seguramente existe algún medio para lograrlo, y de hecho ¡lo hay! Permítame mostrárselo y pedirle que lo considere cuidadosamente y en oración. Recuerde que, primero, debemos ser poseídos por el Señor antes de que podamos saber lo que es poseerlo en toda Su plenitud. “No que lo halla alcanzado ya,” dijo el Apóstol Pablo (y estoy tan contento por la honestidad del lenguaje de Pablo— ¿Cómo puede cualquier hombre creer en la perfección sin pecado cuando lee los escritos de Pablo?), ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.” (Filipenses 3:12) Si primero abrimos nuestro corazón para recibirlo, y luego, por una fe viva, nos apropiamos de Él. 

Escuche las tres grandes palabras de la experiencia cristiana en el orden en el que se las voy a decir: “rendición,” “consagración,” “apropiación.” Primero, debe haber una completa sujeción al Señor, y, permítanme repetir, no hay conversión sin rendirse absolutamente a la voluntad del Señor Jesucristo. Luego, debe haber la completa consagración de vida y talentos y todo lo que tenemos, en todo departamento de nuestra vida. Luego viene la apropiación por medio de una fe viva de la vida que Dios nos da por medio de Su Espíritu a través de Su Hijo. Este es el orden divino: no podemos poseer al Señor Jesús en toda Su plenitud sino hasta que Él nos posea a nosotros. No podemos apropiarnos de Cristo sino hasta que Él haya vencido a nuestra voluntad y nosotros seamos completamente Suyos. 

No podemos esperar tener victoria en nuestras vidas sino hasta que nos rendimos completamente al Señor Jesús. ¿Estamos esperando que el Señor Jesucristo nos lleve aun plano más alto? ¿Estamos esperando que nos de la victoria? ¿Estamos esperando poseer todas nuestras posesiones? Es solo cuando en nuestros corazones hemos aceptado la autoridad de Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el espíritu Santo, y todo nuestro ser esta rendido incondicionalmente a la Trinidad, que podemos contar con la victoria y buscar poseer nuestras posesiones en Cristo. 

¿Por qué tenemos nosotros que ser como Josué, hacernos viejos y llenos de años y descubrir que aun hay mucha tierra por poseer? 

Pudiera ser solo la imaginación del autor, pero, de alguna manera, puedo ver el día cuando individualmente tengamos por primera vez nuestra entrevista personal con el Señor en el cielo. ¡Oh, será maravilloso verlo! Cuando las luchas y las batallas hayan terminado, ¿Cree usted que ese día Él nos mostrará el patrón que tenia para nuestra vida desde antes de la fundación del mundo? ¿Cree que nos mostrará el lugar en donde nos desviamos, el lugar en donde perdimos, el lugar en el que por falta de fe o falta de obediencia nos conformamos con algo que no era lo mejor? ¿Nos mostrará el lugar de Su abundante misericordia? ¿Podremos ver mas claramente que en cualquier otro lugar en la vida que allí, en donde resbalamos, Él dejó la marca de Su sangre y la huella de Sus manos sobre nuestra vida mientras nos detuvo cuando nosotros buscábamos soltarnos de Su mano? Lo único que pido es que en ese día, para usted tanto como para mi, si Él nos muestra los planos de Su plan para nuestras vidas, descubramos por Su gracia que la experiencia misma estaba, cuando menos hasta cierto punto, alineada con ese plan. 

¿Por qué hemos de vivir en la pobreza espiritual? ¿Por qué nos rendimos y fallamos? Cuando llegue el fin de esta vida y esta breve experiencia termine, cuando seamos viejos, cuando la historia quede escrita y las batallas hayan terminado, ¿Por qué hemos de estar ante nuestro Señor para confesar que no hemos poseído todo lo que había sido Su intención que tuviéramos? Yo creo que la respuesta a esa pregunta la encontramos en el sexto versículo de este capitulo, porque la posesión de la tierra fue por suertes. Usted descubrirá que la palabra “suertes” se usa veintidós veces en la segunda pare del libro de Josué; posesión de la tierra por suertes. Dios dio a cada tribu ese pedazo de territorio, esa montaña difícil, aquella experiencia que rompió su corazón, aquella dura prueba que Él en Su sabiduría sabía que los haría mejores personas por haber pasado por ella. 

Yo creo que si aceptamos esa verdad poseeremos a Cristo de una manera totalmente nueva. Si no lo creemos y damos coses contra nuestra experiencia, si nos negamos a aceptar la porción de Dios, la suerte de Dios para nuestras vidas, nunca poseeremos la tierra. Abraham creyó eso: el dejó que Dios escogiera por él en todo. Su sobrino Lot se negó a creerlo. El primero anduvo por fe, el segundo por lo que veía; uno dejo que Dios escogiera, el otro escogió por si mismo. Marque el final de esos hombres: el que permitió que Dios escogiera su suerte entro en la plenitud de la bendición; el otro terminó en desastre. 

Mis amigos cristianos, están permitiendo a Dios escoger su suerte en la heredad o ¿están haciendo su propio plan para su vida? ¿Escoge usted su propio camino? ¿Planea usted su propia carrera? ¿Confía usted en su propio ingenio o, en las palabras de un himno que yo amo, ha dicho usted?— 

Tu camino, no el mío, oh Señor, tan oscuro como este pudiera ser, guíame con Tu mano; escoge el camino por mí. Sea fácil o difícil; aun así será lo mejor; con vueltas o derecho a Tu reposo me llevará. No me atrevo a escoger mi propia suerte, no me atrevo aunque lo pudiera hacer; Escoge Tú por mí, mi Dios, para que termine bien. Toma Tú mi copa, y llénala de gozo o tristeza; como bien te parezca a Ti, escoge Tu mi bien y mi mal. Escoge Tú mis amigos por mí, mi salud o enfermedad; escoge Tú mis cuidados por mí, mis promesas y riquezas. Que no sea yo el que tenga que escoger; en cosas grandes o pequeñas. Se Tu mi guía, mi fuerza, mi sabiduría mi todo. 

¡Si ha de poseer sus posesiones, esta es la respuesta!

Vida Cristiana Victoriosa: Estudios en el Libro de Josué 
Copyright © 2007 by the Redpath Family
Traducido por Carlos Alvarado





miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Vida Cristiana Victoriosa Capitulo Trece

Por Alan Redpath

El Fruto de la Victoria

Josué 11:23

15 De la manera que Jehová lo había mandado a Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que Jehová había mandado a Moisés.
16 Tomó, pues, Josué toda aquella tierra, las montañas, todo el Neguev, toda la tierra de Gosén, los llanos, el Arabá, las montañas de Israel y sus valles. 
17 Desde el monte Halac, que sube hacia Seir, hasta Baal-gad en la llanura del Líbano, a la falda del monte Hermón; tomó asimismo a todos sus reyes, y los hirió y mató. 
18 Por mucho tiempo tuvo guerra Josué con estos reyes. 
19 No hubo ciudad que hiciese paz con los hijos de Israel, salvo los heveos que moraban en Gabaón; todo lo tomaron en guerra. 
20 Porque esto vino de Jehová, que endurecía el corazón de ellos para que resistiesen con guerra a Israel, para destruirlos, y que no les fuese hecha misericordia, sino que fuesen desarraigados, como Jehová lo había mandado a Moisés. 
21 También en aquel tiempo vino Josué y destruyó a los anaceos de los montes de Hebrón, de Debir, de Anab, de todos los montes de Judá y de todos los montes de Israel; Josué los destruyó a ellos y a sus ciudades. 
22 Ninguno de los anaceos quedó en la tierra de los hijos de Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod. 
23 Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia conforme a su distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra. 
—Josué  11:15–23

El capitulo 11 del libro de Josué marca el punto en el cual se detienen las acciones unificadas por parte del pueblo de Dios en Canaán. Sus victorias han sido decisivas, y aunque el enemigo aun vivía en Canaán, ellos habían sido vencidos y esparcidos. Dios había dado toda la tierra a Su pueblo.

Mucho territorio aun debía ser poseído, pero le fue dejado a cada tribu el poseer lo que potencialmente había recibido por medio de la conquista en la que todo el pueblo había tomado parte. Cada tribu debía aplicar individualmente las lecciones que había aprendido en la guerra unificada si es que iba a poseer su heredad. Que las tribus no lo hubieran hecho no era una reflexión del poder de Dios, sino del fracaso de ellos en tomar para si mismos lo que Josué había distribuido a cada uno de ellos.

Yo solo haría una pausa para decir lo que es tremendamente importante (yo no se cuantos se den cuanta de eso), esa muy preciada verdad que aprendimos debe ser aplicada por fe, y ser apropiada individualmente en nuestras vidas personales, o no tendrá ningún significado en absoluto. La bendición y el brillo y el calor que recibimos en nuestros corazones pueden ser disipados diez minutos después de cerrar este libro. Aquel que ha de ir con Dios en este peregrinar y ha de caminar con Cristo en victoria y en poder hasta que se encuentre frente a frente con su Señor, buscará un lugar callado en donde pueda reflexionar en lo que Dios le ha dicho, en donde el pueda dar gracias al Señor por la verdad que ha recibido, y en donde pueda reclamar para si mismo individualmente lo que Dios ha hecho en Jesucristo por toda Su iglesia como cuerpo.

Es verdad que la victoria de la Cruz fue decisiva, pero también es verdad que uno vivirá la experiencia de esa victoria solo en la medida en la que uno por fe se apropie de ella personalmente. Que Dios de a Su Iglesia en estos días, gente desesperada por estar bien con Él y completamente insatisfecha con lo que son cuando esta separada de Su gracia.

Quiero mostrarles lo que es el fruto de la victoria. Lo encontraran en Josué 11:23, “Tomo, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia conforme a su distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra.” “Josué tomo toda la tierra”—la victoria estaba completa. “Josué la entrego por herencia al pueblo;” que la recibieran o no dependería de su fe individual para ir y poseerla. “Y la tierra descansó de la guerra.”

La fuente mas grande de conflicto en la vida cristiana se encuentra en no estar bien con Dios, en permitir en la vida de uno aquello que uno sabe que es contrario a la voluntad de Dios. Tal persona esta en guerra con el cielo. En el momento que empiece a obedecer, inmediatamente su alma descansa de la guerra.

Veamos primero el fruto de la victoria en la vida del Señor Jesús Mismo. “La tierra descansó de la guerra.” La acción unificada terminó, la victoria fue ganada. Todo esto queda muy bien con la analogía espiritual que estamos siguiendo a través del libro de Josué. Estoy seguro de que no estamos siguiendo fábulas artificiosas, sino que estamos rastreando la enseñanza espiritual que corre a través de la Palabra de Dios, la cual puede satisfacer toda necesidad. La conquista, reparto, y victoria de Canaán es solo una analogía del Antiguo Testamento de la resurrección y ascensión de Jesús al trono celestial. Como el escritor de la carta a los Hebreos nos dice concerniente a Él, “El cual. . . habiendo hecho la expiación por nuestros pecados por Si Mismo, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas” (Hebreos 1:3).

A través de todo el libro de Josué hemos visto que la tierra de Canaán corresponde en el Nuevo Testamento a nuestra herencia en Jesucristo. Lo que la tierra era a Israel, Cristo es a usted y a mi. La tierra descansó de la guerra: Jesús se sentó a la diestra de la majestad en las alturas—la victoria fue ganada. Él ha tomado todo el territorio, y no hay parte del dominio del infierno, sea en el mundo o en los lugares celestiales, que la victoria de la cruz no haya finalmente vencido. A través de todo el universo creado Jesucristo es Señor por causa del Calvario.

Todo el poder del comunismo materialista que esta barriendo por este mundo no se puede mover ni una pulgada excepto con el permiso de Jesucristo. Él es Amo. Oh, mis compañeros cristianos, que gran aleluya debe traer a sus corazones el saber que están del lado de la ¡victoria! Después de haber ganado la victoria, Jesús ascendió al cielo para dar a todo hijo creyente de Dios que este preparado para recibirla, su porción de la victoria de la Cruz. “Él habiendo hecho la expiación por nuestros pecados por Si Mismo, se sentó.” ¡Descanso Majestuoso!

Quiero que piense conmigo por un momento acerca “del descanso” del Señor Jesús. ¿Qué clase de descanso es este? Ciertamente no es el descanso por agotamiento. Cuando usted y yo nos sentamos usualmente es porque estamos cansados. El Señor Jesús nunca se escatimó a Si Mismo; Su vida era una de trabajo incesante, vigilias sin dormir, amarga tristeza, la angustia del Gethsemaní, la carga del pecado humano. Pero ninguna de estas cosas lo agotaba. Tampoco era el descanso de la inactividad, porque los últimos versículos del Evangelio de Marcos nos dice que los discípulos “salieron y predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con señales que les seguían” (Marcos 16:20).

El Suyo es sin duda el reposo de plena satisfacción. ¿Qué no había Él dejado Su trono, no se había Él despojado a Si Mismo de Su gloria, y había puesto fin al pecado ofreciéndose a Si Mismo? ¿No había Él dicho, “Consumado es”? Ahora, ni cansado ni inactivo, sino satisfecho, nuestro preciado Señor se sienta en completa seguridad, en completa calma y expectación, de que un día los frutos de la cruz serán cosechados. Nada se le puede agregar a la obra terminada de la salvación. Nuestro Señor esta sentado en los lugares celestiales hoy porque el sacrificio en la cruz ha demostrado ser suficiente y completo para la salvación del mundo. “Este,” dice Hebreos 10:12, “habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio para siempre…” Las demandas de la justicia de Dios han sido satisfechas, la espada de la justicia de Dios ha sido envainada, y hoy no hay pues ninguna condenación para aquellos que creen en Jesucristo y le siguen.

El reposo del Salvador es el reposo de la calma, el reposo de postura, el reposo de seguridad, el reposo de santificación, el reposo del trabajo que se ha terminado; todo lo que se necesitaba hacer para la salvación de cada alma se ha llevado acabo, por lo tanto Él se ha sentado.

Debemos darnos cuenta de que al estar allí nuestro Señor, Él lleva puesta nuestra naturaleza. Él esta allí como hombre, por sus compañeros hombres, y es el propósito de Dios que usted y yo compartamos ese reposo con Él. Este era el pensamiento de la mente del Apóstol Pablo en Efesios 2:6, que Él “nos hizo sentar con Él, en lugares celestiales en Cristo Jesús.”

Mis amados amigos cristianos, quiero que entiendan que el mismo corazón de nuestra salvación, que la verdadera emoción y gozo de la experiencia cristiana es esta: que en lo referente a Su muerte, Su resurrección y Su ascensión, es siempre “juntamente con Cristo.” Por esa razón, Jesús desea que usted y yo entremos en ese reposo en términos de la experiencia de la vida diaria. El fruto de la victoria para Cristo es el reposo. El fruto de entrar en nuestra parte es exactamente lo mismo—reposo.

¿Cuál es el efecto del reposo en la vida cristiana hoy? No puede usted obtener el más alto resultado de su trabajo si siempre se encuentra apresurado a un paso acalorado. La obra de Dios nunca se podrá hacer eficazmente sino hasta que aprendamos a reposar en Su fuerza para que Él pueda amoldarnos, hasta que aprendamos a dejar que la fiebre, el apuro, la preocupación, y la emoción se calmen en el reposo de Jesús.

Hace un o dos años le estaba yo mostrando a un amigo la Catedral de San Pablo en Londres. Para mi desgracia, él deseaba subir hasta el ultimo piso, y el ascenso consiste de casi ¡400 escalones! Él era jugador internacional de fútbol, un hombre cristiano magnifico, y me hacia estar muy consiente de (mi) creciente peso. De hecho, él llegó hasta el ultimo piso antes de que yo llegara a la mitad. Cuando eventualmente lo pude alcanzar, sin poder respirar y muy emocionado, en la torrecilla misma de la gran Catedral, noté que era un día brillante de septiembre. (Ocasionalmente tenemos este tipo de días en Londres.) El sol estaba brillando desde un cielo azul sobre la cruz dorada que estaba sobre nosotros sobre el domo. Podíamos ver hacia arriba para verla brillar con refulgente hermosura en el bello cielo, pero cuando mirábamos hacia abajo no podíamos ver ¡nada! Londres se perdía entre la neblina, el humo y la tierra. Para mi esta era la imagen de la vida cristiana. Es el propósito de Dios en Jesucristo el levantarnos cada día de nuestra vida diaria hasta los cielos azules del amor celestial en el reposo de Jesús. Me pregunto si usted y yo estamos disfrutando de ese amor y reposo.

El cristiano tranquilo es aquel que vive su vida por encima de la tormenta con Jesús. Oh, él es sensible a las aflicciones y a los problemas de los demás, pero él siempre tiene la habilidad para discernir la sabiduría de Dios. Él esta dispuesto a confiar en el amoroso corazón de Dios de tal manera que el puede en medio del conflicto esperar a que se desenvuelva el plan de Dios. Él tiene la habilidad para permanecer callado mientras espera en la Palabra de Dios. El cristiano que esta viviendo allí, por encima del arduo trabajo y el trafico de la vida diaria, que constantemente esta viviendo en contacto con el trono, esta reposando en Jesús. Pero también es el hombre mas ocupado de todos, él que trabaje a tal velocidad nos hace pensar en como es que no se descompone. La única respuesta que él puede dar es que mientras él ha estado esperando en el Señor él ha cambiado sus fuerzas debiluchas por la energía todo poderosa del Espíritu Santo. El cristiano vive en el reposo del Señor— ¿Es usted esta persona? No dije el cristiano perezoso, dije el cristiano que vive en reposo: ocupado, entusiasta, siempre trabajando para el Maestro, mientras que en lo mas profundo de su corazón hay una paz que ninguna tormenta, por inesperada que esta sea, y ningún dolor, por miserable o difícil de cargar que este sea, la puede perturbar.

¿Cómo puede ser nuestro, este tipo de reposo? Sin duda lo desea para si mismo, como lo hago yo constantemente para mi propio corazón y vida. En primer lugar, es el reposo del perdón seguro. Sabe, él que esta reposando en el Señor Jesús de esta forma ya no esta esforzándose por llegar a la cruz para obtener perdón—él se encuentra al pie de la cruz compartiendo en su victoria, él ve la luz del sol brillar sobre ella desde el cielo, y sabe que Cristo ha hecho todo lo que se necesita hacer para salvarlo. Él ha escuchado el clamor, “¡Consumado es!” Él escucha la Palabra de Dios—“¿Quién acusará a los escogidos de Dios?” (Romanos 8:33). Este hombre sabe que él estaba juntamente con Jesucristo en su muerte, y que el juicio del pecado ha terminado. Él esta firme delante de Dios a pesar de estar consciente de su propia imperfección, revestido con toda la justicia y belleza de su precioso Salvador. Él esta viviendo sobre la tierra y la neblina porque esta reposando en lo que Jesús es.

¿Esta usted siempre preocupándose por su pecado pasado, siempre queriendo volver a sacarlo y platicar con alguien acerca de él, siempre permitiéndole que le perturbe, siempre queriendo discutirlo con la gente, para confesárselo a alguien? Amados, me permiten decir que lo que Dios ha puesto bajo la sangre, Dios ha olvidado; usted olvídelo también, y repose en la obra del Calvario.

El reposo de la vida cristiana no es solo el reposo del perdón, sino también el reposo de la victoria. ¡Oh, cuan a menudo hemos buscado combatir contra Satanás en nuestra propia fuerza y por nuestra propia resolución! Hemos peleado y hemos luchado, y luego hemos vuelto a empezar y hemos fallado de nuevo. Pero cuando el hijo de Dios se da cuenta de que Cristo ha hecho todo y entiende que Satanás es un enemigo derrotado, el encuentra el reposo de la victoria. Él se da cuenta que el diablo no puede tocar la vida del hijo de Dios que esta reposando en Jesús, porque su vida esta escondida con Cristo en Dios. Entonces el hijo de Dios de hecho comprende que es uno con Cristo en la muerte y uno con Él, en la resurrección.

No hay nada—ninguna circunstancia, ningún problema, ninguna prueba—que me pueda tocar sin que esta ante todo, haya pasado por Dios y pasado por Cristo, y haya llegado a mi. Si ha llegado hasta ese punto, ha llegado con un gran propósito, el cual quizás yo no pueda comprender por el momento; pero cuando me rehuso a llenarme de pánico, y levanto mis ojos a Él y acepto que esto viene desde el trono de Dios por algún propósito de bendición para mi propio corazón, ningún dolor me podrá perturbar nunca, ninguna prueba podrá desarmarme, ninguna circunstancia me hará inquietarme, porque yo reposaré en lo que mi Señor es. Ese es el reposo de la victoria.

Además de todo esto, el cristiano que esta reposando en el Señor esta en calma en toda situación, y le es dada la fuerza divina. Hay algo acerca de él, o de ella, que transmite la impresión de eficiencia y dinámica espiritual porque el poder de Dios esta allí en el lugar de su raquítica fuerza. Esta está en operación porque el se encuentra reposando en la seguridad del perdón, en la victoria y sobre todo, porque ha rendido su voluntad a la voluntad de Dios.

Mis amigos, me pregunto cuantos de nosotros podemos decir realmente hoy que su voluntad ya no es la herramienta de los deseos egoístas sino que esta siendo usada por el Espíritu Santo. Es entonces que el cristiano trabaja en armonía con todos los propósitos de Dios. Cuando nuestra voluntad es rendida a Dios y sus acciones fluyen de la fuente de poder de la voluntad de Dios, es entonces que la decepción se convierte en Su designación, y la vida deja de ser una lucha sin fin por lograr que Él haga algo que nosotros pensamos que Él debe hacer. Luego, en el deseo de hacer la voluntad de Dios, la oración se convierte en compañerismo continuo y comunión despejada.

Hay un versículo en la Biblia que yo he encontrado muy difícil de creer; ha sido solo recientemente que en verdad lo he captado, y desde entonces se lo he pasado a otra gente. Es el Salmo 37:4, que dice, “Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón.” “¿Algunas peticiones, Señor?” “No hijo mío, todas las peticiones, cada una de ellas.” “¿Pero sin duda habrá algunas excepciones?” “No, no hay ninguna excepción. Deléitate asimismo en Jehová.” Somete tu voluntad a la voluntad de Dios, y Él te dará todas las peticiones de tu corazón. ¿Por qué? Porque la vida del que vive su vida sobre el principio de una voluntad rendida, solo pedirá que la voluntad de Dios se haga en todo. Todo es nuestro cuando descubrimos que no solamente estamos juntamente con Cristo en Su muerte y resurrección, sino también juntamente con Él en Su reposo.

Me alegra tanto que Dios no hace el camino a la plena salvación difícil y complicado, porque algunos de nosotros nunca llegaríamos a el. Quizás sea la sencillez de todo ello que nos desarma. Permítame preguntarle: ¿Desea usted esta vida de reposo en Jesús—el reposo de la seguridad del perdón, el reposo del compañerismo continuo, el reposo de una voluntad rendida, el reposo de una vida que esta satisfecha en Él? ¿Ha sido su vida cristiana una gran batalla de deseos frustrados y anhelos insatisfechos? ¿Cómo puede tener una vida de reposo? Lea este versículo de nuevo: “Tomó, pues, Josué toda la tierra, y la entregó Josué a los israelitas por herencia…y la tierra descansó de la guerra.”

Nuestro Josué, el Señor Jesús, ha tomado toda la tierra. Todo el fruto del Calvario esta disponible para cada uno de Sus hijos, y Él lo sostiene todo en Sus brazos para dárselo a usted por herencia. Esto fue a lo que se refirió Pedro en el día de Pentecostés, cuando dijo, “…habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto” (Hechos 2:33). Todo lo que se nos pide a usted y a mí si entráramos en el terreno de la plena salvación y reposo en Cristo es que tomemos nuestra parte de la victoria de la Cruz.

¿Si siempre veo hacía mi mismo buscando este reposo, qué pasa? Voy a comenzar a buscar una experiencia fuera de las escrituras con el Espíritu Santo y pensaré que no soy salvo porque no tengo lo que algunos llaman “el verdadero bautismo” y porque no puedo hablar en lenguas. Si yo busco dentro de mí me volveré fanático. Si yo busco fuera y arriba hacia Cristo sin calcular la presencia del Espíritu de Dios, buscaré en desesperación y diré que Él está demasiado lejos, el prospecto es demasiado alto, y nunca lo podré alcanzar. Pero si me vuelvo hacia la Cruz en la claridad del cielo azul de Dios y veo que esta vacía porque Él que fue crucificado sobre ella esta sentado a la diestra de Dios sosteniendo toda la herencia de vida y bendición para mi—si al mismo tiempo yo creo que Él ha derramado en mi corazón el Espíritu Santo para hacerlo una realidad aquí abajo, entonces mi alma descansa de la guerra. Viviré por encima del ruido, el clamor, la prisa—por encima de la tierra y el pecado. Voy a reposar en Cristo, agradecido porque Él ha enviado al Espíritu Santo para hacer Su presencia real en mí.

Vida Cristiana Victoriosa: Estudios en el Libro de Josué
Copyright © 2007 by the Redpath Family
Traducido por Carlos Alvarado

sábado, 1 de octubre de 2011

Odres Nuevos.

Por Carlos Alvarado


El domingo 2 de octubre en nuestra iglesia, vamos a hacer unos cambios de horario a nuestros servicios dominicales matutinos. Como todos sabemos los cambios no son fáciles de hacer especialmente si lo que uno esta haciendo lo ha estado haciendo por mucho tiempo.

Después de alrededor de un año de estar orando y buscando el rostro de Dios para que El confirmara a nosotros los pastores y los lideres de la iglesia que era lo que debíamos hacer, nos ha parecido bien a nosotros y al Espíritu Santo que llevemos acabo estos cambios.

Como ya dije antes los cambios pueden ser algo difícil y para mucha gente algo innecesario a veces. Pero ceo que cuando estos cambios se hacen, especialmente después de buscar el consejo de Dios por medio de la Palabra y mucha oración, los cambios pueden ser lo mejor que le pueden pasar a una iglesia o a un individuo.

En Mateo 9, Marcos 2 y Lucas 5, nuestro Señor Jesucristo es criticado por hacer las cosas de una forma diferente a los fariseos y las normas que ellos habían establecido para que el pueblo siguiera. El Señor Jesús les dijo:

Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan. Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor. (Lucas 5:36 -39)

El sentir que nuestro Señor nos ha dado a los pastores de Calvary Chapel San Diego es que El quiere cambiar nuestro vestido no remendarlo solamente, El quiere verter vino nuevo en nosotros y para que esto suceda debemos hacer estos cambios.

Como dice el versículo 39 de Lucas 5, lo añejo, lo que ya conocemos, aquello a lo que estamos acostumbrados puede que por el momento parezca mejor. Pero, así como Jesucristo vino a mostrar no solo el mejor, sino el único camino al Padre que es El mismo, así creo que el nos va a mostrar no solo una mejor manera de servirle a El y a Su pueblo, sino la única manera que es el estar sujetos a lo que El por Su Espíritu nos a revelado a través de la meditación en Su palabra y buscar Su rostro en oración.

Les pido que por favor oren para que Nuestro Señor y Dios sea glorificado y magnificado en nuestra obediencia a El y si se encuentran en el área de San Diego California los invito a que nos acompañen en uno de nuestros servicios dominicales matutinos a las:

9:00 am en el Santuario en ingles con traducción al español por medio de audífonos,

11:00 am en el santuario en ingles & a las

11:00 am en el salón 202 en español.


Que Dios los bendiga.

Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados. ~ Hechos 20:32 ~

jueves, 15 de septiembre de 2011

La Vida Cristiana Victoriosa Capitulo Doce


Por Alan Redpath 

Firmes y Adelante

Josué 10:25

1 Cuando Adonisedec rey de Jerusalén oyó que Josué había tomado a Hai, y que la había asolado (como había hecho a Jericó y a su rey, así hizo a Hai y a su rey), y que los moradores de Gabaón habían hecho paz con los israelitas, y que estaban entre ellos,
2 tuvo gran temor; porque Gabaón era una gran ciudad, como una de las ciudades reales, y mayor que Hai, y todos sus hombres eran fuertes.
3 Por lo cual Adonisedec rey de Jerusalén envió a Hoham rey de Hebrón, a Piream rey de Jarmut, a Jafía rey de Laquis y a Debir rey de Eglón, diciendo:
4 Subid a mí y ayudadme, y combatamos a Gabaón; porque ha hecho paz con Josué y con los hijos de Israel.
5 Y cinco reyes de los amorreos, el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jarmut, el rey de Laquis y el rey de Eglón, se juntaron y subieron, ellos con todos sus ejércitos, y acamparon cerca de Gabaón, y pelearon contra ella.
6 Entonces los moradores de Gabaón enviaron a decir a Josué al campamento en Gilgal: No niegues ayuda a tus siervos; sube prontamente a nosotros para defendernos y ayudarnos; porque todos los reyes de los amorreos que habitan en las montañas se han unido contra nosotros.
7 Y subió Josué de Gilgal, él y todo el pueblo de guerra con él, y todos los hombres valientes.
8 Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti.
9 Y Josué vino a ellos de repente, habiendo subido toda la noche desde Gilgal.
10 Y Jehová los llenó de consternación delante de Israel, y los hirió con gran mortandad en Gabaón; y los siguió por el camino que sube a Bet-horón, y los hirió hasta Azeca y Maceda.
11 Y mientras iban huyendo de los israelitas, a la bajada de Bet-horón, Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron; y fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel mataron a espada.
12 Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón.
13 Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos.
¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.
14 Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel.
15 Y Josué, y todo Israel con él, volvió al campamento en Gilgal.
16 Y los cinco reyes huyeron, y se escondieron en una cueva en Maceda.
17 Y fue dado aviso a Josué que los cinco reyes habían sido hallados escondidos en una cueva en Maceda.
18 Entonces Josué dijo: Rodad grandes piedras a la entrada de la cueva, y poned hombres junto a ella para que los guarden;
19 y vosotros no os detengáis, sino seguid a vuestros enemigos, y heridles la retaguardia, sin dejarles entrar en sus ciudades; porque Jehová vuestro Dios los ha entregado en vuestra mano.
20 Y aconteció que cuando Josué y los hijos de Israel acabaron de herirlos con gran mortandad hasta destruirlos, los que quedaron de ellos se metieron en las ciudades fortificadas.
21 Todo el pueblo volvió sano y salvo a Josué, al campamento en Maceda; no hubo quien moviese su lengua contra ninguno de los hijos de Israel.
22 Entonces dijo Josué: Abrid la entrada de la cueva, y sacad de ella a esos cinco reyes.
23 Y lo hicieron así, y sacaron de la cueva a aquellos cinco reyes: al rey de Jerusalén, al rey de Hebrón, al rey de Jarmut, al rey de Laquis y al rey de Eglón.
24 Y cuando los hubieron llevado a Josué, llamó Josué a todos los varones de Israel, y dijo a los principales de la gente de guerra que habían venido con él: Acercaos, y poned vuestros pies sobre los cuellos de estos reyes. Y ellos se acercaron y pusieron sus pies sobre los cuellos de ellos.
25 Y Josué les dijo: No temáis, ni os atemoricéis; sed fuertes y valientes, porque así hará Jehová a todos vuestros enemigos contra los cuales peleáis.
26 Y después de esto Josué los hirió y los mató, y los hizo colgar en cinco maderos; y quedaron colgados en los maderos hasta caer la noche.

—Josué 10:1–26


Aun cuando esto parezca una paradoja extraña a algunos, es sin embargo eternamente verdad que la tierra de completa bendición es una tierra de intensa lucha. Debemos aprender a conquistar y luego debemos aprender a poseer todo lo que es nuestro en nuestro Señor resucitado.

Hemos estudiado acerca de la entrada a la tierra de Canaán, imaginándonos la entrada a la plenitud de la bendición, y les he recordado que la conquista de la tierra fue el resultado de tres campañas específicas, en cada una de las cuales se llevaron acabo batallas decisivas. Primero, fue la campaña central, en la cual Josué y sus ejércitos dividieron a la oposición y evitaron un contra ataque unido. Luego se llevó acabo la campaña del sur, en la cual el enemigo fue derrotado, y finalmente, la barrida del norte, en la cual el plan de invasión fue llevado acabo. Note por favor que todo esto fue de acuerdo con una estrategia cuidadosamente preparada y diseñada.

Los ataques de Satanás sobre el hijo de Dios son siempre cuidadosamente planeados. Un ejemplo sobresaliente de esto fue el ataque frontal del cual fue objeto nuestro Señor en el desierto.  Nuestros contra ataques sobre el diablo raras veces son basados sobre alguna estrategia. Demasiado a menudo confiamos en métodos desganados e impetuosos, que terminan en derrota y tragedia para nosotros.

En la campaña central, las batallas decisivas fueron las de Jericó y Hai. En la campaña del sur fueron en Gabaón y Bet-oron (Josué 10), y en la campaña del norte cerca de las aguas de Merom (Josué 11). Probablemente hubo muchas otras batallas, pero las que he mencionado decidieron el curso de estas campañas en particular.

Les he recordado que la derrota en una lucha de la vida cristiana no significa necesariamente la derrota final. Pero quiero enfatizar que lo que hagamos en momentos críticos o importantes de nuestra vida pudieran probar ser decisivos en una área muy grande de la experiencia cristiana.

Ahora, hemos considerado la primera parte de la campaña de Josué, el tajo a través del centro de Canaán. Hemos aprendido, confío yo, lecciones importantes—que la desobediencia y la falta de oración significan derrotas inevitables, el cuidado constante, y la completa dependencia del Señor nos aseguran la victoria. Aprendan esas lecciones, mis queridos cristianos jóvenes, en un punto temprano de su experiencia, y tendrán un buen comienzo, que es tan vital en todo aspecto de su vida.

Pero volvámonos a la barrida del sur de la campaña de Josué, registrada en el capitulo 10, y descubriremos que las nuevas situaciones y los nuevos peligros son igualados por la fe, la acción  y la lucha implacable e intransigente, que finalmente resultaron en una victoria total.

Permítanme brevemente recontar la historia de este largo capitulo. Cinco reyes cananitas están muy atemorizados por la alianza que Josué ha hecho con lo gabaonitas. Por lo tanto se unen para declarar guerra contra Gabaón, quien inmediatamente envía un llamado a su nuevo aliado Josué para que venga a ayudarle. Seguro de la promesa de Dios de que tendría victoria, Josué fue a Gilgal, su base de operaciones, y derrotó y persiguió al enemigo. Después de esto se llevó acabo una de las mas grandes batallas de la historia, en la cual Dios deliberadamente intervino a favor de Su pueblo. Él retrasó la puesta del sol y alargó el día para que la victoria pudiera ser completa y final. Los cinco reyes fueron capturados y encarcelados.

Cuando la batalla hubo terminado, Josué mandó a sus capitanes que trajeran a los reyes de sus escondites e instruyó a los líderes que pusieran sus pies sobre los cuellos de los cautivos, una experiencia muy humillante para los reyes enemigos. Luego Josué de frente a su ejercito, pareció haberse encendido. “Y Josué les dijo: No temáis, ni os atemoricéis; sed fuertes y valientes, porque así hará Jehová a todos vuestros enemigos contra los cuales peleáis.” (10:25). Uno pensaría que con esto sería suficiente, pero no contento con este gesto de desprecio, Josué mató a los cinco reyes y colgó cada uno de sus cuerpos sobre un árbol. ¡Josué fue cruel! ¿Es eso lo que usted piensa?

El resultado de esta batalla es claramente descrito en el versículo 21, el cual nos dice que “no hubo quien moviese su lengua contra ninguno de los hijos e Israel.” De ese tiempo para delante el pueblo de Dios fue finalmente establecido en la tierra de Canaán como un pueblo que debía ser temido. Esta dramática victoria probó que Jericó y Hai no habían sido mera casualidad. Esta victoria demostraba que los israelitas no eran un pueblo ordinario, que esta extraña nación que había subido de Egipto, a través del desierto, que había cruzado el Jordán y que había conquistado al impenetrable Jericó, tenía de hecho el apoyo de un poder sobrenatural, y debían ser temidos.

Yo creo con todo mi corazón que el propósito de Dios para su Iglesia hoy es el mismo—convertirla en una Iglesia que debe temerse. Hablando de la Iglesia por un momento en términos de ser un edificio, debe ser un lugar al que la gente casi debe temer venir por el temor de ser convertidos. Una Iglesia como grupo debe ser compuesta de gente que es intransigente en su testimonio, valiente en su fe, santo en su manera de vivir. En los servicios en la Iglesia debe haber el asombro y la reverencia que demanda la presencia de Dios.

Este es el propósito de Dios no solo para Su Iglesia, sino para todo hombre y mujer de Dios que ha sido verdaderamente regenerados—que sean temidos. El hombre cristiano es aquel que es recto en su conducta, intransigente en sus principios, apasionado en su devoción a su Salvador, que sirve con sacrificio, y tiene una vida transparente. No tiene una vida secreta en la cual se oculta para satisfacer su apetito por cosas de las cuales se avergonzaría hacer en compañía de otros cristianos. Su vida podrá soportar el mas cercano examen de sus mas fuertes críticos, del cual saldrá indemne, un hombre santo continuamente de Dios.

Si este es el propósito de Dios, y yo dudo de cualquiera, que quiera discutir acerca de este punto a la luz del plan de redención de Dios por medio de la sangre de Jesucristo, preguntémonos como puede esto ser verdad acerca de nosotros y nuestras iglesias. ¡Oh que estuviera el asombro de Dios en los corazones de la gente y del predicador! ¡Oh que cuando la gente venga a la iglesia el domingo hubiera algo acerca de ese lugar que les hablara del cielo!

¿Cómo lograr esto? Note cuan claramente en el libro de Josué no hubo batalla alguna sino hasta que Josué tomó la iniciativa, y puso en marcha el ataque. El Señor Jesús dijo en una ocasión que la puertas del Hades no prevalecerían contra Su Iglesia; Él nunca sugirió que las puertas del Hades de repente y de alguna manera serían desarraigadas y comenzarían a marchar hacia el pueblo de Dios aquí en la tierra. Lo que Él dijo fue que las puertas del hades no podrían permanecer en pie contra una arremetida de una compañía del pueblo de Dios llena del Espíritu. A la luz de Su Palabra, es el plan de Dios que Su pueblo siempre se encuentre a la ofensiva, nunca a la defensiva. Demasiado a menudo retrocedemos, huimos, nos escondemos del diablo, en lugar de lanzar una ofensiva a gran escala en el nombre de Jesús.

Yo pienso que la respuesta a las preguntas que hacemos concernientes a esta fe victoriosa se encuentra en el estudio de la situación que pasaron los cinco reyes en el lugar llamado Beth-horon. Permítame pedirle que los observe en tres circunstancias.

En primer lugar, en el versículo 17 de este capitulo se nos dice que se escondieron en una cueva. Podríamos preguntar como fue que llegaron a esconderse. Ellos tenían grandes ejércitos y gran poder. ¿Cómo fue que Josué tuvo tanto éxito en hacerlos que se escondieran de el atemorizados? Si se toman el tiempo para leer todo este capitulo por ustedes mismos, descubrirán que una palabra se pronuncia cinco veces, y esta es la clave para la victoria. La palabra es “Gilgal.”

Josué subió de Gilgal para enfrentar al enemigo. Estaba de nuevo en ese lugar a la mitad de la batalla,  y cuando la batalla terminó, cuando la victoria fue ganada, volvió allá otra vez. A través de toda esta campaña, de principio a fin, el mantuvo abiertas las líneas de comunicación con Gilgal. Confío de todo corazón que las lecciones de Gilgal hayan sido aprendidas por todos nosotros.

Permítanme recordarles las grandes palabras de verdad y salvación del Nuevo Testamento que tienen sus raíces profundamente incrustadas en Gilgal. Aquí están; refresque su memoria. Era un lugar de remembranza, en donde todo el pueblo de Dios descendió a la muerte; era un lugar de resurrección, en donde todos juntos ascendieron a la vida junto con su líder. Era un lugar de renuncia, en donde se despojaron de su existencia carnal en el desierto; era un lugar de restauración, en donde volvieron a tener comunión con el Señor. Era el lugar de realización, en donde comenzaron a gustar de la provisión de la tierra; era el lugar de revelación, en donde conocieron a su Comandante con espada desenvainada.

La vida cristiana tiene sus raíces firmemente incrustadas en el Calvario, el lugar en donde morimos con Jesús y resucitamos con Él, en donde hemos renunciado deliberadamente a la carnalidad y hemos entrado en una relación de compañerismo vivo con nuestro Señor, en donde hemos empezado a tomar de la fuerte provisión de Su Palabra y a darnos cuenta cada momento de nuestras vidas que el comandantes de los ejércitos del Señor esta con nosotros.

Gilgal no es solamente rendirse en el principio, sino una actitud mantenida a través de toda la campaña. Por lo tanto el secreto de esta total conquista en Beth-horon fue en primer lugar en estas palabras—una actitud constante.

¿Esta la línea de comunicación entre su vida y el cielo abierta hoy? No habrá victoria hasta que lo esté. ¿Puede usted volver su mirada hacia el rostro del Señor y saber que Su sonrisa esta sobre usted? Quizás usted pensaba que el rendirse a Él se llevaba acabo en un solo acto. Yo digo que no es un solo acto sino una actitud permanente, en la cual se encuentra el único secreto de poder.

Observe aquí, en segundo lugar, a los reyes en una posición aun más humillante. El versículo 24 nos dice que fueron forzados a acostarse completamente sobre el suelo, y que a cinco de los capitanes de Josué se les ordenó que pusieran sus pies sobre los cuellos de sus enemigos. ¿Para qué iban ser tan humillados públicamente? Yo les diré porque: fueron humillados delante del pueblo de Dios para que todo el ejército de Israel pudiera saber que fue el Señor Él que había forjado la victoria. “Así hará Jehová a todos vuestros enemigos.”

Mis amigos amados, el Señor Jesucristo peleó en el Calvario por ustedes y por mí y ganó. Ni una sola parte de su vida, ningún pecado arraigado y profundo o hábito o debilidad esta más allá del alcance de la limpieza y la liberación por el poder de la sangre de Jesús. Su salvación es una salvación que todo lo incluye para usted. El Señor Dios ha peleado por ustedes mis amigos y alabado sea Dios el ha vencido.

Pero no era solamente para que ellos pudieran saber que el Señor había obtenido la victoria para ellos. Era también—y por favor marque esto con cuidado— para demostrarles a los israelitas que la victoria que Dios había obtenido para ellos debía ser personalmente apropiada por cada uno de ellos. “Así hará Jehová a todos vuestros enemigos contra los cuales peleáis.

Pero quizás usted me diga, “Pero la vida cristiana no es una vida de luchas, es una vida de fe.” ¿Esta usted completamente seguro de eso? El rendirse a Cristo no es suficiente. Nuestra consagración al Señorío de Cristo no es suficiente. No habrá victoria en el nombre de Cristo sino hasta que usted declare guerra total contra todo lo que hay en su vida que es pecaminoso. ¡Imagínese, usted y yo con nuestros pies sobre el cuello de los celos, la soberbia, el espíritu de critica, o una lengua áspera! ¡Imagínese tener nuestros pies sobre toda cosa agobiadora en nuestro testimonio cristiano!

Cada logro que yo haya alcanzado en mi carácter cristiano será resistido por el diablo hasta que llegue el final de mi peregrinar por esta vida, y no habrá una experiencia personal del poder de Jesucristo en victoria sino hasta que yo le declare la guerra al pecado. Le pregunto en el nombre del cielo, ¿Esta usted atacando por todos los frentes? ¿Se han identificado a si mismos como aquellos que le han declarado guerra a la soberbia, a si mismos, a la lengua, a la critica, determinándose atacarlos y vencerlos en el nombre de Jesús? Usted debe mantener constante esta actitud y podrá declarar victoria.

La tercera cosa que quiero señalar de esta historia es otra situación extraordinaria, cinco reyes colgados de cinco árboles. ¿No fue esto demasiado duro? Pobres hombres, se habían escondido en una cueva, y fueron sacados, y forzados a acostarse sobre el suelo para que los capitanes de Josué pusieran sus pies sobre sus cuellos; eso seria suficiente para un día. Porque no mandarlos de nuevo a la cueva y permitirles que se quedaran allí—ellos estarían bien; estarían demasiado atemorizados para volver a salir. ¡Que cruel fue Josué!

Les recuerdo de nuevo algo que había mencionado anteriormente: que el propósito de Dios para esta tierra eran Belén, el Calvario, y Pentecostés, y la iniquidad de los habitantes de la tierra había llegado a su límite. No se debía permitir que nada estorbara al completo propósito de Dios para la victoria—se tenía que acabar con todo. No era suficiente dejar a cinco reyes acechando en una cueva—ellos tenían que morir.

¡Oh, como he estado orando para que el Espíritu Santo escriba esta tan importante verdad en sus corazones! Esto no es consagración; de la que estoy hablando compañeros cristianos, es de la santificación. En cada uno de nosotros existe la vieja naturaleza, un yo que es incapaz de ser santo, que ha sido juzgado y condenado a morir en la cruz. También en cada uno de nosotros existe una nueva naturaleza, la cual es incapaz de pecar, la cual también nos ha sido impartida por la fe en Jesucristo nuestro Señor. Pero es solamente en la medida en la que yo estoy preparado para someterme a las heridas, a los clavos, a la crucifixión de mi mismo, que yo podré disfrutar de la victoria en Cristo. No me atrevo a dejar ningún pecado acechando dentro de lo más recóndito de mi corazón sin ser juzgado.

¿Se alegra usted por ser un pecador perdonado? ¿Se alegra usted de estar cubierto con la sangre de Jesús y de saber que va rumbo al cielo?  Yo también. ¿Se alegra usted entonces de saber que ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús?  Usted se alegra por todo eso, y esta cantando los cantos de Zion, pero, en su vida puede haber pecado que nunca ha sido extraído, confesado, abandonado, juzgado, y condenado por usted. ¡Y se pregunta porque su testimonio no es radiante y eficaz!

Puede ser porque acechando dentro de usted se encuentra una lengua dada a criticar a los demás—una lengua que nunca ha muerto, o soberbia que nunca ha sido crucificada, o alguna pasión que nunca ha sido confesada delante de Dios. Quizás un deseo egoísta por auto glorificarse que aun esta vivo en alguna cueva dentro de su cuerpo. Oh, si, ha sido perdonado; oh, si, se encuentra bajo la sangre; si, ya no hay condenación— ¡Aleluya por todo eso! Pero usted sabe por su propia experiencia que, de vez en cuando, eso que se encuentra dentro de la cueva va a salir de repente, y antes de que se de cuenta de lo que sucedió, usted será poco amable e injusto, criticón y malhumorado. Satanás ha salido de su escondite y le ha hecho tropezar.

Hay un solo camino real a la victoria: una actitud de constancia en mantener, una victoria que declarar, y un peligro al cual evitar. Protéjase bajo la sangre de la cruz, y haga su refugio en las heridas de Jesús; nunca se haga al lado del pecado, sino declare una guerra total contra la serpiente que lo acecha de dentro de su propio corazón. ¿Cómo es que esa serpiente puede morir? ¡Jesús ya la mató por usted!

Los cristianos que decidieran entrar en una verdadera experiencia de triunfo, a una fe que ataca, determinaran que ya no serán sobrecargados por cosas de años pasados, sino que entraran en una experiencia victoriosa. Esto es lo que harán: irán a algún hermano contra el cual han pecado, y le pedirán perdón. Caerán a los pies del maestro, y confesarán todo lo que pasó delante de Él. ¡Le darán gracias al Señor Jesús por haber lidiado con este pecado en el Calvario! Le darán gracias que aun cuando ya están en otra etapa de su vida aun pueden obtener victoria sobre su egoísmo, y sobre su lengua, y sobre su afán de criticar, y sobre su juicio, y todo lo demás.

¿Y luego que es lo que harán? Volverán su vista hacia el rostro del Señor viviente y pondrán sus pies por fe sobre el enemigo, y dirán, “Así hará Jehová a todos mis enemigos contra los cuales yo peleo.” Luego por primera vez en sus vidas saldrán a atacar en todos los frentes, declarando guerra total en su alma contra todo lo que no ha sido juzgado, condenado, y confesado delante de Dios.

Peleen la buena batalla con todas sus fuerzas;
Cristo es su fuerza y Cristo su derecho;
Asiesen de la vida, y esta será
Su gozo y corona eterna. 

Vida  Cristiana Victoriosa: Estudios en el Libro de Josué 
Copyright © 2007 by the Redpath Family
Traducido por Carlos Alvarado

miércoles, 3 de agosto de 2011

La Vida Cristiana Victoriosa Capitulo Once

Por Alan Redpath

Estrategia Enemiga

Josué 9:3

Mas los moradores de Gabaón, cuando oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a Hai,
usaron de astucia; pues fueron y se fingieron embajadores, y tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y remendados,
y zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos viejos sobre sí; y todo el pan que traían para el camino era seco y mohoso.
Y vinieron a Josué al campamento en Gilgal, y le dijeron a él y a los de Israel: Nosotros venimos de tierra muy lejana; haced, pues, ahora alianza con nosotros.
Y los de Israel respondieron a los heveos: Quizá habitáis en medio de nosotros. ¿Cómo, pues, podremos hacer alianza con vosotros?
Ellos respondieron a Josué: Nosotros somos tus siervos. Y Josué les dijo: ¿Quiénes sois vosotros, y de dónde venís?
Y ellos respondieron: Tus siervos han venido de tierra muy lejana, por causa del nombre de Jehová tu Dios; porque hemos oído su fama, y todo lo que hizo en Egipto,
y todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán: a Sehón rey de Hesbón, y a Og rey de Basán, que estaba en Astarot.
Por lo cual nuestros ancianos y todos los moradores de nuestra tierra nos dijeron: Tomad en vuestras manos provisión para el camino, e id al encuentro de ellos, y decidles: Nosotros somos vuestros siervos; haced ahora alianza con nosotros.
Este nuestro pan lo tomamos caliente de nuestras casas para el camino el día que salimos para venir a vosotros; y helo aquí ahora ya seco y mohoso.
Estos cueros de vino también los llenamos nuevos; helos aquí ya rotos; también estos nuestros vestidos y nuestros zapatos están ya viejos a causa de lo muy largo del camino.
Y los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron a Jehová.
Y Josué hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza concediéndoles la vida; y también lo juraron los príncipes de la congregación.
 —Josué 9:3–15

Todas nuestras constantes luchas como cristianos tienen un solo objetivo: plena salvación y completa liberación del pecado. Una batalla ganada no necesariamente significa una guerra victoriosa. Pero por otro lado, una batalla perdida nos significa que no hay esperanza. Mientras exista el pecado, el conflicto sigue. Mientras usted y yo vivamos en cuerpos cuya redención aun esta en el futuro, sabremos continuamente lo que significa ser tentados. Ningún pecado o maldad es insignificante o puede tomarse a la ligera: el transigir con Satanás es darle cabida al desastre.

La causa de la derrota es descubierta en la oración pero se necesita más que la oración para recuperar el terreno perdido. No sometemos al enemigo de nuestras almas en un momento repentino de victoria—el proceso de liberación es gradual. La fe en, y la obediencia a, nuestro gran Comandante en jefe son los secretos para la vida victoriosa.

La ley de Dios le ha sido dada al cristiano no para que la admire, sino para que la obedezca. Esa ley, cumplida en la vida del cristiano por la presencia del Espíritu Santo de Dios en su vida, es el sello de la libertad en la cual vivimos. Al vivir en libertad, descubrimos lo que significa vivir victoriosamente.

Ahora, estas son algunas de las lecciones que confío que hemos estado aprendiendo. Déjenme recordarles que el secreto para ganar una guerra se encuentra en la estrategia. Note cuan cuidadosamente fue planeada por Josué la Guerra contra los habitantes de Canaán. Comenzó abriendo una brecha hacia el occidente de Jericó yendo hacia el centro de la tierra, dividiendo así a la oposición enemiga. Habiendo hecho eso, el viró hacia el sur para derrotar al enemigo sureño, y terminó con los del norte después. Fue una campaña cuidadosamente planeada.

Ahora, el problema con muchos de nosotros los cristianos es que no aplicamos la estrategia divina a nuestro diario vivir. ¡Si nuestra vida cristiana es como una escopeta de feria, no debemos preguntarnos porque fallamos más de lo que acertamos! Es muy a menudo que el cristiano se aplica a si mismo a la acción disciplinada o la guerra bien planeada contra el enemigo. El resultado es que muchos de nosotros somos completamente maniobrados por Satanás, quien si me permiten decirlo, es un maestro estratega. Recuerden, Satanás no es solo un león rugiente, es también una serpiente sutil, y el rugido del león es mucho menos peligroso que el siseo de la serpiente.

En el capitulo 9 de Josué llegamos a una clásica ilustración de la sutileza del enemigo, de sus artimañas, y de nuestra ingenuidad; pero gracias al cielo, también de la soberanía de Dios, quien invalida nuestros errores para Su gloria. Permítame, pedirle por lo tanto, que examine conmigo, las artimañas del enemigo de nuestras almas.

Usted podrá observar que las victorias de los israelitas habían atraído un ataque decidido de parte del enemigo. El primer versículo de este capitulo implica que la guerra entre las tribus de la tierra de Canaán había sido hecha a un lado. Las riñas insignificantes se habían olvidado; los asuntos secundarios habían sido sumergidos en un esfuerzo total de hacer retroceder a la oleada del ejercito invasor de Israel.

No debo permitirme divagar del objetivo principal aquí, pero antes de seguir adelante, debo decir que: cada victoria que el cristiano logra en su vida personal es una invitación al enemigo de su alma a atacarlo con todo lo que tiene. Cada vez que el hijo de Dios da un paso para entrar en la experiencia de bendición él está a punto de ser objeto de otro asalto del enemigo. Nuestras bendiciones y batallas van de la mano. Si usted esta siendo presionado por todos lados y se encuentra en lo mas espeso de la lucha, ¡alabe a Dios! Si esta encontrando que la tentación es casi demasiado para soportar y que la lucha es casi demasiado dura para seguir en ella, quiero que sepa que yo estoy tremendamente contento. Quizás usted se este sintiendo miserable, pero yo estoy completamente feliz por usted. ¡Esta es una buena señal! Si usted esta siendo tentado a diestra y siniestra es porque usted se encuentra atravesando por la voluntad de Dios en bendición.

Sin embargo, si usted se esta diciendo a si mismo, “Yo no se de lo que él esta hablando; yo no he sido tentado durante años; yo no se nada acerca de este tipo de cosas,” por favor vaya delante del Señor y pídale que le muestre lo que esta mal en su vida.

¡Si tan solo nosotros—al decir nosotros me refiero a la iglesia cristiana—hiciéramos a un lado todo asunto secundario para lanzar un ataque a fondo contra el enemigo! El problema es que estamos demasiado ocupados con la guerra entre las tribus, demasiado ocupados en tratar de acabar con riñas insignificantes, demasiado ocupados en discutir hasta los mas insignificantes detalles doctrinales (algunos de los cuales, al final, no van a importar mucho), demasiado envueltos en buscar lidiar con esta pregunta o aquella situación. ¡Debe haber porras que se echan en el infierno porque se ha logrado mantener a la Iglesia de Dios enterrada en estos problemas menores! Si tan solo aprendiéramos que nada menos que un ataque a fondo, unido por todo el pueblo de Dios es la única esperanza para la Iglesia de Dios en el siglo veinte, Satanás se daría cuenta de que ha ido demasiado lejos y que nosotros hemos aprendido de el.

Pero lo que quiero que usted observe de este capitulo es que, antes de lanzar ese ataque a fondo en contra de los israelitas, los habitantes de Canaán intentaron engañar a los israelitas para que hicieran una alianza con ellos. Después de todo, desde el punto de vista de los cananeos, una lucha no tenia mucha esperanza para ellos. Hasta aquí, los resultados habían ido en contra de ellos. Por lo tanto, en lugar de lanzar un ataque a fondo, se intentó de una manera muy sutil hacer una alianza segura.

Permítame refrescar su memoria. Los gabaonitas llegaron a escena en Gilgal y aparentaron haber hecho un viaje muy largo. Dijeron haber venido de una región en particular sobre la cual Josué no tenía ninguna autoridad, acerca de la cual Dios no le había dado mandamiento alguno. Para poder darle credibilidad a su historia, llegaron con zapatos viejos y vestidos desgastados y sucios, y con odres de vino rotos.

Además, fueron lo suficientemente astutos para no mencionar palabra alguna acerca de las derrotas de Jericó y Aí. Si ellos hubieran dicho algo acerca de Jericó y Aí les hubiera sido evidente a los israelitas que no habrían podido venir desde muy lejos. ¿Por qué si así fuera como era que hubieran oído las nuevas de lo que había pasado? Solo se refirieron a lo que ellos habían oído acerca de lo que los israelitas habían llevado acabo durante su peregrinación en el desierto. No solo eso, sino que afirmaron que respetaban y honraban y creían en el Dios de los israelitas.

A Satanás no le va a gustar esto—pues expondrá sus sutilezas. ¡Todo eso es absolutamente típico del Diablo! Él sabe completamente bien que un cristiano, un verdadero cristiano comprometido con el Señor,  no va a ser atrapado por medio de un ataque de frente. Él sabe que un hijo de Dios que ha estado buscando seguir estando con Dios y poder entrar en la bendición de Dios esta siempre en guardia. A alguien así no podrá hacérsele tropezar por medio de un ataque obvio.

Así que ¿Qué es lo que Satanás hace? Él nos presenta con la posibilidad de entablar ciertas alianzas que parecen ser insignificantes cuando las comparamos con nuestra devoción al Señor Jesucristo. Él nos habla acerca de cierta parte de nuestra vida sobre la cual, según él nos sugiere, el Señor Jesucristo no tiene ninguna autoridad y acerca de la cual Cristo no ha dado ningún mandamiento, que esta, por así decirlo, tan lejos en la circunferencia o periferia que en realidad no importará que escuchemos al diablo. Él nos reta en cuanto a la necesidad de que vivamos en completa y absoluta consagración. Él nos habla acerca del peligro de “exagerar demasiado.” Nos advierte acerca del peligro de hacernos “demasiado cerrados” en nuestra manera de pensar. Él dirá “ten cuidado, no quieres ser deslumbrado.” Él reclamará cuando menos una porción de nuestro tiempo y nuestro dinero y nuestra energía para que así, de vez en cuando al menos, seamos perezosos, indulgentes, o transigentes. Él hará todo lo que pueda para poder de una manera u otra engañarnos y lograr que nuestro testimonio cristiano pierda su filo. Él anda detrás de nuestro afecto, para que bajemos el estándar de nuestra vida cristiana, para causarnos que transijamos de vez en cuando.

¿Esta usted al tanto de sus tácticas? Me pregunto si el ha estado tratando de jugar este juego con usted, persuadiéndolo a que tome las cosas un poco mas a la ligera, que no sea tan exagerado, que no debe ir demasiado lejos. ¿Esta el buscando sugerirle a usted que hay cuando menos alguna parte de su vida sobre la cual, la soberanía de Cristo no es necesaria? Claro que si, recuerde que en toda su habladuría él ha dicho mentirosamente que cree en Dios; él siempre ha sugerido que él también es religioso. De hecho, él se ha declarado a si mismo absolutamente fundamentalista. El diablo es todo eso; el es absolutamente ortodoxo. ¡Ni por un momento iba el a descreer la Biblia! ¡Ni por un momento iba a el a descreer al Señor resucitado y al hecho de que Él volverá otra vez!

Porque él ha venido a usted con ese disfraz, quizás le ha hecho tropezar muy fácilmente. Él le ha sugerido a usted, que es el sentido común lo que se necesita usar en los negocios de la iglesia. Él le ha dicho a usted que tiene que ser muy practico en como conduce usted sus asuntos, especialmente en cuanto al dinero. Él le ha dicho que la fe es irracional, que el sentido común es lo que se debe practicar siempre. Porque él ha venido con esta apariencia, ha sido muy difícil detectar a Satanás. Él ha ofrecido ayudarle con todo su poder, cuando en realidad, el lo esta sutilmente llevando a su ruina. “No crean,” dice la Palabra de Dios, “a todo espíritu, sino prueben a los espíritus para que vean si son de Dios” (I Juan 4:1).

Es mucho más fácil lidiar con un Caifás que con un Judas, mucho más fácil enfrentar abiertamente a un enemigo que las sutilezas de las tentaciones de Satanás. Por primera vez en los registros del pueblo de Dios estuvo este día sobre tierra santa en el campamento en Gilgal una compañía de gente que de hecho eran enemigos de Israel. Los israelitas, apartados para Dios, dedicados a Él, se encontraban mezclados con aquellos a quienes Dios les había mandado destruir.

Lamentablemente, la tragedia de los gabaonitas ha entrado sigilosamente en la vida de la iglesia y en la vida cristiana personal, en la vida cristiana en los negocios y en la vida cristiana en el hogar. Satanás ha venido disfrazado y esta robando la fuerza misma de nuestro testimonio. Oh la sutileza del enemigo.

Pero déjeme señalarle, también, la tontería de los hijos de Dios. El lenguaje usado en el versículo 14 es una mala señal: “Los hombres de Israel no consultaron a Jehová.”

Parece ser que nos lleva mucho tiempo aprender la lección de que el descuido de la oración nos lleva siempre a tener problemas, y destruye el espíritu de discernimiento. El descuido de la oración sugiere que nos sentimos orgullosos de nuestro propio juicio, lo cual es fatal. Satanás como ángel de luz es muy creíble. Las vírgenes necias se parecían mucho a las prudentes. La cizaña sembrada en el campo es muy similar al trigo. La voz del asalariado se parece mucho a la voz del pastor. La pradera de Bypath corre al lado del Camino del Rey, y solo hay una pequeña franja de tierra entre los dos.

Muchas alianzas similares que han traído ruina a alguna iglesia o algún hogar, tristeza y derrota al cristiano, han comenzado exactamente de esta misma manera. Cuantos a través de los años han entrado a la membresía de la iglesia y se han declarado a si mismos como alguien que esta completamente del lado del Señor, solo para demostrar después de años, por medio de sus vidas que nunca conocieron nada del amor de Dios o de la victoria de un Cristo que vive en ellos, que trajeron ruina y no apoyo al testimonio. Cuantos miembros en la iglesia hay que sus vidas están vacías del amor de Cristo, que no tienen ninguna pasión por las almas, y que pueden vivir su vida sin importarles que los hombres se están yendo al infierno, y por lo tanto no pueden haber nacido de nuevo en Cristo, a pesar de todo lo que dicen creer.

Cuantos cristianos han descubierto que las cosas que en algún tiempo parecían no importar han arruinado su vida. El poder ha sido quitado de su vida cristiana porque le han dado cabida a Satanás, han escuchado a sus palabras tan creíbles, y se ha rendido en algún punto en la periferia de su vida. Luego el debilucho encuentra que su testimonio ha sido estropeado. Cuantos compraron “solo un ejemplar” de alguna revista que un cristiano no debería leer y comenzaron su caída en espiral. Cuántos han gastado dinero en algún lujo “solo una vez,” y así han comenzado su descenso. Cuántos jovencitos o jovencitas han sido atrapados en alguna relación por la falsa apariencia del cristianismo del otro.

Los peligros que bien podríamos evitar
Nos apuramos tranquilos a encontrar;
La ruta de acceso al camino del pecado
Pisamos sin tener ningún cuidado.
El viento que trae instinto de muerte—
Lo invitamos a fluir a nuestro rededor;
Y cuando nuestras manos deberían cerrarle la puerta
No ponemos a negociar con nuestro enemigo.

¿Cuál es la respuesta? ¿Cómo podremos nosotros igualarnos a Satanás y a sus tentaciones tan sutiles? Escúcheme. Nunca, nunca, NUNCA confíe en su propio juicio para nada. Cuando el sentido común dice que cierto curso es el correcto, levante su corazón a Dios, porque el camino a la fe y el camino a la bendición puede encontrarse en una dirección completamente opuesta a aquello que usted llama sentido común. Cuando haya voces que le digan que sus acciones son urgentes, que algo debe hacerse inmediatamente, refiera todo al tribunal del cielo. Luego si aun tiene dudas, atrévase a estar quieto. Si usted es llamado a actuar y no tiene tiempo de orar, no actúe. Si es llamado a moverse en cierta dirección y no puede esperar hasta que tenga la paz de Dios acerca de ello, no se mueva. Sea lo suficientemente fuerte y valiente para detenerse y esperar en Dios, porque nadie que espere en Dios será avergonzado. Esa es la única manera de vencer al diablo.

Pero alguien quizás contestará, “Todo lo que has estado diciendo a atravesado mi corazón como espada. Yo he cometido mi error; yo he hecho mi alianza en los negocios; he hecho mi alianza en el matrimonio, y con el paso de los años he sabido lo que significa sufrir por causa de ello.  Ahora solo puedo orar para que otra gente se salve de las cosas por las que yo he tenido que pasar. ¡Pero es demasiado tarde para mi!”

Oh, no, mi amigo, ¡esa es la mentira del diablo! Esta es la forma mas sutil que usa el para atacar: hacer que el cristiano cometa un error y luego susurrar a su oído, “Ahora si te tengo atado.”

Mire el versículo 21 en este capitulo: “Dijeron, pues, de ellos los príncipes: Dejadlos vivir; y fueron constituidos leñadores y aguadores para toda la congregación.” ¡Yo creo que esto es absolutamente emocionante! Me da tanto gusto que, al hablar yo de la sutileza de Satanás, puedo decirle que aun para las sutilezas de Satanás Dios tiene respuesta. Quizás cometamos nuestros errores, ¿Quién no los comete? Puede ser que perdamos nuestras batallas—todos lo hacemos. Pero escúcheme cristiano descorazonado y desanimado: la guerra aun puede ser ganada. Gracias a Dios que Él puede anular nuestros errores, aun hasta causar que la maldición se haga bendición. Estos gabaonitas fueron hechos leñadores y aguadores para la casa de Jehová. ¿No es eso maravilloso? Ellos fueron hechos leñadores para el fuego del altar, aguadores para los rituales de purificación en el templo. La misma cosa en la cual los israelitas fallaron en esta alianza y por la cual sufrieron, la volvieron en algo maravilloso. Aquellos que los habían engañado fueron humillados tanto que ellos eran la causa por la cual las llamas del altar permanecían encendidas, y fueron usados para purificar la adoración del pueblo de Dios.

Quiero que note usted que no se hace ninguna pregunta acerca de romper la alianza con Gabaón. De hecho, la historia futura revela que los israelitas se metieron en serios problemas cuando intentaron hacerlo. Saúl rompió la asociación con los gabaonitas, y el sufrió las consecuencias de ello. Compañero cristiano, si usted a cometido su error, perdió su batalla, y se encuentra a si mismo en dificultades, usted no puede hacer de esto su excusa para romper su palabra. El cristiano es un hombre (o debería serlo) de principios e integridad. Claro, que le advierto, que hay algunos pactos que mas vale romperlos que cumplirlos. Por ejemplo, el juramento de Herodes de darle a Herodías su hija lo que ella pidiera, por haberlo incitado por medio de su danza, lo cual de ninguna manera justificaba el asesinato. Por amor del cielo, rompa hoy mismo cualquier pacto hecho en pecado abierto y descarado.

Pero algún cristiano puede haber entrado en una alianza equivocada en los negocios o en el matrimonio, y se encuentra a si mismo atado a un gabaonita por el resto de su vida. ¿Qué con una situación como esta? La Palabra es la respuesta, no yo. “Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. . . . . ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer? ” (I Corintios 7:12, 16). Claro, jóvenes que esto no puede ser tomado como razón para entrar en el matrimonio con una persona incrédula, porque si hacen eso, están desobedeciendo a la Palabra de Dios, que dice que no entremos en yugo desigual con los incrédulos.

Sin embargo, si usted entró en un matrimonio como este inadvertidamente y se encontró a si mismo atado en sociedad con un hombre o mujer que profeso ser cristiano o cristiana solo para ganárselo, pero luego y desde entonces le ha hecho pasar por un infierno aquí en la tierra, la Palabra de Dios enseña muy claramente que usted no puede deshacer esa alianza. Pero la Palabra también le dice que si viene con humildad de corazón y reconoce delante de Dios que ha pecado, Él causará que el gabaonita con el cual usted esta casado sea el medio principal por el cual usted vendrá a Dios en oración. La llama del altar de su amor por Jesús arderá intensamente, y a través de su vida muchos serán salvos.

Le sucedió a John Wesley. Y les ha sucedido a muchos hombres y mujeres desde entonces. Lo que ellos pensaron era una maldición, el error del cual ellos pensaron que nunca se iban a librar, que parecía haber arruinado su testimonio, fue usado por Dios para fortalecer su vida de oración y profundizar su devoción. ¡Dios volvió la maldición en bendición!

¡Oh, la maravilla del amor de Dios! ¡Oh, la inigualable gracia de Jesús! ¡Oh, la asombrosa providencia de Dios que nos toma con todos nuestros errores, todas nuestras derrotas, y todos nuestros pecados, y los anula todos para Su gloria! Él nos ha visto a la cara y nosotros lo hemos visto a Él, y hemos dicho, “Señor, lo siento me he equivocado. Pero, Señor, yo creo que Tu puedes restaurar los años que la oruga se ha comido. No permitiré que el diablo me haga caer y me mantenga caído. Me olvidaré de las cosas que han quedado atrás y me extenderé hacia las que quedan delante.”

He descubierto que aquello en lo que me he equivocado, el pecado que yo he cometido, el mal que he hecho, aun cuando la memoria de ello atormenta mi vida, es lo que ahora me lleva diariamente a la cruz para ser limpio, para recibir perdón, para obtener poder. El hombre infeliz que una vez estuvo atado por el pecado descubre que el mismo pecado que lo tenía atado es ahora la bendición que, más que cualquier otra cosa, lo trae a un servicio consagrado a su Salvador. ¡Que Salvador tan maravilloso es el que tenemos!

Vida  Cristiana Victoriosa: Estudios en el Libro de Josué 
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Traducido por Carlos Alvarado