miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Vida Cristiana Victoriosa Capitulo Trece

Por Alan Redpath

El Fruto de la Victoria

Josué 11:23

15 De la manera que Jehová lo había mandado a Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que Jehová había mandado a Moisés.
16 Tomó, pues, Josué toda aquella tierra, las montañas, todo el Neguev, toda la tierra de Gosén, los llanos, el Arabá, las montañas de Israel y sus valles. 
17 Desde el monte Halac, que sube hacia Seir, hasta Baal-gad en la llanura del Líbano, a la falda del monte Hermón; tomó asimismo a todos sus reyes, y los hirió y mató. 
18 Por mucho tiempo tuvo guerra Josué con estos reyes. 
19 No hubo ciudad que hiciese paz con los hijos de Israel, salvo los heveos que moraban en Gabaón; todo lo tomaron en guerra. 
20 Porque esto vino de Jehová, que endurecía el corazón de ellos para que resistiesen con guerra a Israel, para destruirlos, y que no les fuese hecha misericordia, sino que fuesen desarraigados, como Jehová lo había mandado a Moisés. 
21 También en aquel tiempo vino Josué y destruyó a los anaceos de los montes de Hebrón, de Debir, de Anab, de todos los montes de Judá y de todos los montes de Israel; Josué los destruyó a ellos y a sus ciudades. 
22 Ninguno de los anaceos quedó en la tierra de los hijos de Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod. 
23 Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia conforme a su distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra. 
—Josué  11:15–23

El capitulo 11 del libro de Josué marca el punto en el cual se detienen las acciones unificadas por parte del pueblo de Dios en Canaán. Sus victorias han sido decisivas, y aunque el enemigo aun vivía en Canaán, ellos habían sido vencidos y esparcidos. Dios había dado toda la tierra a Su pueblo.

Mucho territorio aun debía ser poseído, pero le fue dejado a cada tribu el poseer lo que potencialmente había recibido por medio de la conquista en la que todo el pueblo había tomado parte. Cada tribu debía aplicar individualmente las lecciones que había aprendido en la guerra unificada si es que iba a poseer su heredad. Que las tribus no lo hubieran hecho no era una reflexión del poder de Dios, sino del fracaso de ellos en tomar para si mismos lo que Josué había distribuido a cada uno de ellos.

Yo solo haría una pausa para decir lo que es tremendamente importante (yo no se cuantos se den cuanta de eso), esa muy preciada verdad que aprendimos debe ser aplicada por fe, y ser apropiada individualmente en nuestras vidas personales, o no tendrá ningún significado en absoluto. La bendición y el brillo y el calor que recibimos en nuestros corazones pueden ser disipados diez minutos después de cerrar este libro. Aquel que ha de ir con Dios en este peregrinar y ha de caminar con Cristo en victoria y en poder hasta que se encuentre frente a frente con su Señor, buscará un lugar callado en donde pueda reflexionar en lo que Dios le ha dicho, en donde el pueda dar gracias al Señor por la verdad que ha recibido, y en donde pueda reclamar para si mismo individualmente lo que Dios ha hecho en Jesucristo por toda Su iglesia como cuerpo.

Es verdad que la victoria de la Cruz fue decisiva, pero también es verdad que uno vivirá la experiencia de esa victoria solo en la medida en la que uno por fe se apropie de ella personalmente. Que Dios de a Su Iglesia en estos días, gente desesperada por estar bien con Él y completamente insatisfecha con lo que son cuando esta separada de Su gracia.

Quiero mostrarles lo que es el fruto de la victoria. Lo encontraran en Josué 11:23, “Tomo, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia conforme a su distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra.” “Josué tomo toda la tierra”—la victoria estaba completa. “Josué la entrego por herencia al pueblo;” que la recibieran o no dependería de su fe individual para ir y poseerla. “Y la tierra descansó de la guerra.”

La fuente mas grande de conflicto en la vida cristiana se encuentra en no estar bien con Dios, en permitir en la vida de uno aquello que uno sabe que es contrario a la voluntad de Dios. Tal persona esta en guerra con el cielo. En el momento que empiece a obedecer, inmediatamente su alma descansa de la guerra.

Veamos primero el fruto de la victoria en la vida del Señor Jesús Mismo. “La tierra descansó de la guerra.” La acción unificada terminó, la victoria fue ganada. Todo esto queda muy bien con la analogía espiritual que estamos siguiendo a través del libro de Josué. Estoy seguro de que no estamos siguiendo fábulas artificiosas, sino que estamos rastreando la enseñanza espiritual que corre a través de la Palabra de Dios, la cual puede satisfacer toda necesidad. La conquista, reparto, y victoria de Canaán es solo una analogía del Antiguo Testamento de la resurrección y ascensión de Jesús al trono celestial. Como el escritor de la carta a los Hebreos nos dice concerniente a Él, “El cual. . . habiendo hecho la expiación por nuestros pecados por Si Mismo, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas” (Hebreos 1:3).

A través de todo el libro de Josué hemos visto que la tierra de Canaán corresponde en el Nuevo Testamento a nuestra herencia en Jesucristo. Lo que la tierra era a Israel, Cristo es a usted y a mi. La tierra descansó de la guerra: Jesús se sentó a la diestra de la majestad en las alturas—la victoria fue ganada. Él ha tomado todo el territorio, y no hay parte del dominio del infierno, sea en el mundo o en los lugares celestiales, que la victoria de la cruz no haya finalmente vencido. A través de todo el universo creado Jesucristo es Señor por causa del Calvario.

Todo el poder del comunismo materialista que esta barriendo por este mundo no se puede mover ni una pulgada excepto con el permiso de Jesucristo. Él es Amo. Oh, mis compañeros cristianos, que gran aleluya debe traer a sus corazones el saber que están del lado de la ¡victoria! Después de haber ganado la victoria, Jesús ascendió al cielo para dar a todo hijo creyente de Dios que este preparado para recibirla, su porción de la victoria de la Cruz. “Él habiendo hecho la expiación por nuestros pecados por Si Mismo, se sentó.” ¡Descanso Majestuoso!

Quiero que piense conmigo por un momento acerca “del descanso” del Señor Jesús. ¿Qué clase de descanso es este? Ciertamente no es el descanso por agotamiento. Cuando usted y yo nos sentamos usualmente es porque estamos cansados. El Señor Jesús nunca se escatimó a Si Mismo; Su vida era una de trabajo incesante, vigilias sin dormir, amarga tristeza, la angustia del Gethsemaní, la carga del pecado humano. Pero ninguna de estas cosas lo agotaba. Tampoco era el descanso de la inactividad, porque los últimos versículos del Evangelio de Marcos nos dice que los discípulos “salieron y predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con señales que les seguían” (Marcos 16:20).

El Suyo es sin duda el reposo de plena satisfacción. ¿Qué no había Él dejado Su trono, no se había Él despojado a Si Mismo de Su gloria, y había puesto fin al pecado ofreciéndose a Si Mismo? ¿No había Él dicho, “Consumado es”? Ahora, ni cansado ni inactivo, sino satisfecho, nuestro preciado Señor se sienta en completa seguridad, en completa calma y expectación, de que un día los frutos de la cruz serán cosechados. Nada se le puede agregar a la obra terminada de la salvación. Nuestro Señor esta sentado en los lugares celestiales hoy porque el sacrificio en la cruz ha demostrado ser suficiente y completo para la salvación del mundo. “Este,” dice Hebreos 10:12, “habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio para siempre…” Las demandas de la justicia de Dios han sido satisfechas, la espada de la justicia de Dios ha sido envainada, y hoy no hay pues ninguna condenación para aquellos que creen en Jesucristo y le siguen.

El reposo del Salvador es el reposo de la calma, el reposo de postura, el reposo de seguridad, el reposo de santificación, el reposo del trabajo que se ha terminado; todo lo que se necesitaba hacer para la salvación de cada alma se ha llevado acabo, por lo tanto Él se ha sentado.

Debemos darnos cuenta de que al estar allí nuestro Señor, Él lleva puesta nuestra naturaleza. Él esta allí como hombre, por sus compañeros hombres, y es el propósito de Dios que usted y yo compartamos ese reposo con Él. Este era el pensamiento de la mente del Apóstol Pablo en Efesios 2:6, que Él “nos hizo sentar con Él, en lugares celestiales en Cristo Jesús.”

Mis amados amigos cristianos, quiero que entiendan que el mismo corazón de nuestra salvación, que la verdadera emoción y gozo de la experiencia cristiana es esta: que en lo referente a Su muerte, Su resurrección y Su ascensión, es siempre “juntamente con Cristo.” Por esa razón, Jesús desea que usted y yo entremos en ese reposo en términos de la experiencia de la vida diaria. El fruto de la victoria para Cristo es el reposo. El fruto de entrar en nuestra parte es exactamente lo mismo—reposo.

¿Cuál es el efecto del reposo en la vida cristiana hoy? No puede usted obtener el más alto resultado de su trabajo si siempre se encuentra apresurado a un paso acalorado. La obra de Dios nunca se podrá hacer eficazmente sino hasta que aprendamos a reposar en Su fuerza para que Él pueda amoldarnos, hasta que aprendamos a dejar que la fiebre, el apuro, la preocupación, y la emoción se calmen en el reposo de Jesús.

Hace un o dos años le estaba yo mostrando a un amigo la Catedral de San Pablo en Londres. Para mi desgracia, él deseaba subir hasta el ultimo piso, y el ascenso consiste de casi ¡400 escalones! Él era jugador internacional de fútbol, un hombre cristiano magnifico, y me hacia estar muy consiente de (mi) creciente peso. De hecho, él llegó hasta el ultimo piso antes de que yo llegara a la mitad. Cuando eventualmente lo pude alcanzar, sin poder respirar y muy emocionado, en la torrecilla misma de la gran Catedral, noté que era un día brillante de septiembre. (Ocasionalmente tenemos este tipo de días en Londres.) El sol estaba brillando desde un cielo azul sobre la cruz dorada que estaba sobre nosotros sobre el domo. Podíamos ver hacia arriba para verla brillar con refulgente hermosura en el bello cielo, pero cuando mirábamos hacia abajo no podíamos ver ¡nada! Londres se perdía entre la neblina, el humo y la tierra. Para mi esta era la imagen de la vida cristiana. Es el propósito de Dios en Jesucristo el levantarnos cada día de nuestra vida diaria hasta los cielos azules del amor celestial en el reposo de Jesús. Me pregunto si usted y yo estamos disfrutando de ese amor y reposo.

El cristiano tranquilo es aquel que vive su vida por encima de la tormenta con Jesús. Oh, él es sensible a las aflicciones y a los problemas de los demás, pero él siempre tiene la habilidad para discernir la sabiduría de Dios. Él esta dispuesto a confiar en el amoroso corazón de Dios de tal manera que el puede en medio del conflicto esperar a que se desenvuelva el plan de Dios. Él tiene la habilidad para permanecer callado mientras espera en la Palabra de Dios. El cristiano que esta viviendo allí, por encima del arduo trabajo y el trafico de la vida diaria, que constantemente esta viviendo en contacto con el trono, esta reposando en Jesús. Pero también es el hombre mas ocupado de todos, él que trabaje a tal velocidad nos hace pensar en como es que no se descompone. La única respuesta que él puede dar es que mientras él ha estado esperando en el Señor él ha cambiado sus fuerzas debiluchas por la energía todo poderosa del Espíritu Santo. El cristiano vive en el reposo del Señor— ¿Es usted esta persona? No dije el cristiano perezoso, dije el cristiano que vive en reposo: ocupado, entusiasta, siempre trabajando para el Maestro, mientras que en lo mas profundo de su corazón hay una paz que ninguna tormenta, por inesperada que esta sea, y ningún dolor, por miserable o difícil de cargar que este sea, la puede perturbar.

¿Cómo puede ser nuestro, este tipo de reposo? Sin duda lo desea para si mismo, como lo hago yo constantemente para mi propio corazón y vida. En primer lugar, es el reposo del perdón seguro. Sabe, él que esta reposando en el Señor Jesús de esta forma ya no esta esforzándose por llegar a la cruz para obtener perdón—él se encuentra al pie de la cruz compartiendo en su victoria, él ve la luz del sol brillar sobre ella desde el cielo, y sabe que Cristo ha hecho todo lo que se necesita hacer para salvarlo. Él ha escuchado el clamor, “¡Consumado es!” Él escucha la Palabra de Dios—“¿Quién acusará a los escogidos de Dios?” (Romanos 8:33). Este hombre sabe que él estaba juntamente con Jesucristo en su muerte, y que el juicio del pecado ha terminado. Él esta firme delante de Dios a pesar de estar consciente de su propia imperfección, revestido con toda la justicia y belleza de su precioso Salvador. Él esta viviendo sobre la tierra y la neblina porque esta reposando en lo que Jesús es.

¿Esta usted siempre preocupándose por su pecado pasado, siempre queriendo volver a sacarlo y platicar con alguien acerca de él, siempre permitiéndole que le perturbe, siempre queriendo discutirlo con la gente, para confesárselo a alguien? Amados, me permiten decir que lo que Dios ha puesto bajo la sangre, Dios ha olvidado; usted olvídelo también, y repose en la obra del Calvario.

El reposo de la vida cristiana no es solo el reposo del perdón, sino también el reposo de la victoria. ¡Oh, cuan a menudo hemos buscado combatir contra Satanás en nuestra propia fuerza y por nuestra propia resolución! Hemos peleado y hemos luchado, y luego hemos vuelto a empezar y hemos fallado de nuevo. Pero cuando el hijo de Dios se da cuenta de que Cristo ha hecho todo y entiende que Satanás es un enemigo derrotado, el encuentra el reposo de la victoria. Él se da cuenta que el diablo no puede tocar la vida del hijo de Dios que esta reposando en Jesús, porque su vida esta escondida con Cristo en Dios. Entonces el hijo de Dios de hecho comprende que es uno con Cristo en la muerte y uno con Él, en la resurrección.

No hay nada—ninguna circunstancia, ningún problema, ninguna prueba—que me pueda tocar sin que esta ante todo, haya pasado por Dios y pasado por Cristo, y haya llegado a mi. Si ha llegado hasta ese punto, ha llegado con un gran propósito, el cual quizás yo no pueda comprender por el momento; pero cuando me rehuso a llenarme de pánico, y levanto mis ojos a Él y acepto que esto viene desde el trono de Dios por algún propósito de bendición para mi propio corazón, ningún dolor me podrá perturbar nunca, ninguna prueba podrá desarmarme, ninguna circunstancia me hará inquietarme, porque yo reposaré en lo que mi Señor es. Ese es el reposo de la victoria.

Además de todo esto, el cristiano que esta reposando en el Señor esta en calma en toda situación, y le es dada la fuerza divina. Hay algo acerca de él, o de ella, que transmite la impresión de eficiencia y dinámica espiritual porque el poder de Dios esta allí en el lugar de su raquítica fuerza. Esta está en operación porque el se encuentra reposando en la seguridad del perdón, en la victoria y sobre todo, porque ha rendido su voluntad a la voluntad de Dios.

Mis amigos, me pregunto cuantos de nosotros podemos decir realmente hoy que su voluntad ya no es la herramienta de los deseos egoístas sino que esta siendo usada por el Espíritu Santo. Es entonces que el cristiano trabaja en armonía con todos los propósitos de Dios. Cuando nuestra voluntad es rendida a Dios y sus acciones fluyen de la fuente de poder de la voluntad de Dios, es entonces que la decepción se convierte en Su designación, y la vida deja de ser una lucha sin fin por lograr que Él haga algo que nosotros pensamos que Él debe hacer. Luego, en el deseo de hacer la voluntad de Dios, la oración se convierte en compañerismo continuo y comunión despejada.

Hay un versículo en la Biblia que yo he encontrado muy difícil de creer; ha sido solo recientemente que en verdad lo he captado, y desde entonces se lo he pasado a otra gente. Es el Salmo 37:4, que dice, “Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón.” “¿Algunas peticiones, Señor?” “No hijo mío, todas las peticiones, cada una de ellas.” “¿Pero sin duda habrá algunas excepciones?” “No, no hay ninguna excepción. Deléitate asimismo en Jehová.” Somete tu voluntad a la voluntad de Dios, y Él te dará todas las peticiones de tu corazón. ¿Por qué? Porque la vida del que vive su vida sobre el principio de una voluntad rendida, solo pedirá que la voluntad de Dios se haga en todo. Todo es nuestro cuando descubrimos que no solamente estamos juntamente con Cristo en Su muerte y resurrección, sino también juntamente con Él en Su reposo.

Me alegra tanto que Dios no hace el camino a la plena salvación difícil y complicado, porque algunos de nosotros nunca llegaríamos a el. Quizás sea la sencillez de todo ello que nos desarma. Permítame preguntarle: ¿Desea usted esta vida de reposo en Jesús—el reposo de la seguridad del perdón, el reposo del compañerismo continuo, el reposo de una voluntad rendida, el reposo de una vida que esta satisfecha en Él? ¿Ha sido su vida cristiana una gran batalla de deseos frustrados y anhelos insatisfechos? ¿Cómo puede tener una vida de reposo? Lea este versículo de nuevo: “Tomó, pues, Josué toda la tierra, y la entregó Josué a los israelitas por herencia…y la tierra descansó de la guerra.”

Nuestro Josué, el Señor Jesús, ha tomado toda la tierra. Todo el fruto del Calvario esta disponible para cada uno de Sus hijos, y Él lo sostiene todo en Sus brazos para dárselo a usted por herencia. Esto fue a lo que se refirió Pedro en el día de Pentecostés, cuando dijo, “…habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto” (Hechos 2:33). Todo lo que se nos pide a usted y a mí si entráramos en el terreno de la plena salvación y reposo en Cristo es que tomemos nuestra parte de la victoria de la Cruz.

¿Si siempre veo hacía mi mismo buscando este reposo, qué pasa? Voy a comenzar a buscar una experiencia fuera de las escrituras con el Espíritu Santo y pensaré que no soy salvo porque no tengo lo que algunos llaman “el verdadero bautismo” y porque no puedo hablar en lenguas. Si yo busco dentro de mí me volveré fanático. Si yo busco fuera y arriba hacia Cristo sin calcular la presencia del Espíritu de Dios, buscaré en desesperación y diré que Él está demasiado lejos, el prospecto es demasiado alto, y nunca lo podré alcanzar. Pero si me vuelvo hacia la Cruz en la claridad del cielo azul de Dios y veo que esta vacía porque Él que fue crucificado sobre ella esta sentado a la diestra de Dios sosteniendo toda la herencia de vida y bendición para mi—si al mismo tiempo yo creo que Él ha derramado en mi corazón el Espíritu Santo para hacerlo una realidad aquí abajo, entonces mi alma descansa de la guerra. Viviré por encima del ruido, el clamor, la prisa—por encima de la tierra y el pecado. Voy a reposar en Cristo, agradecido porque Él ha enviado al Espíritu Santo para hacer Su presencia real en mí.

Vida Cristiana Victoriosa: Estudios en el Libro de Josué
Copyright © 2007 by the Redpath Family
Traducido por Carlos Alvarado

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