sábado, 6 de noviembre de 2010

La Vida Cristiana Victoriosa Capitulo Uno

por Alan Redpath

La Meta de La Vida Cristiana

Josué 1:2


“Ahora después de la muerte de Moisés el siervo del Señor, aconteció, que el Señor habló a Josue hijo de Nun, Ministro de Moisés, diciendo, Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eúfrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio. Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. — Josue 1:1–9

La lectura casual del libro de Josué bien nos podría causar que preguntáramos por qué se ha dado tanto lugar en la Palabra de Dios al recuento de las victorias militares de Josué y su ejército en la conquista de la tierra de Canaán. Seguramente debe haber un significado escondido a este libro que no se descubre a primera vista. En nuestra búsqueda de un mayor significado podríamos bien ser desviados por nuestra himnología, por que en tantos de nuestros himnos Jordan es una ilustración de la muerte y Canaán del cielo. Si aplicamos ese significado al libro de Josué, entonces no puede haber ninguna explicación de los muchos incidentes registrado en sus páginas. Aquí descubrimos que Canaán es un lugar de guerra. Seguramente esto no puede ser la parte de aquellos que han entrado en su reposo. El cristiano tiene un enemigo con quien contender durante toda su experiencia terrenal, pero él espera impacientemente el día cuando sus batallas terminaran y el estará en presencia de su Señor. No, debemos mirar más allá si en verdad vamos a comprender lo que subyace al registro histórico de estos veinticuatro capítulos.

Yo sugeriría que la clave para la interpretación de este libro del Antiguo Testamento se encuentra en la Epístola a los Efesios y en la Epístola a los Hebreos. Por ejemplo, en los capítulos tres y cuatro de hebreos encontramos que la tierra de Canaán es una imagen del reposo espiritual y la victoria de la que puede disfrutar todo creyente aquí en la tierra, un descanso de fe en el Señor Jesucristo. Una vez más, la Carta a los Efesios habla de la vida "en los lugares celestiales" — no en el cielo, sino en la experiencia de la unidad con nuestro Señor resucitado en su victoria aquí y ahora, el lugar de la plenitud de la bendición de Dios. Creo que podremos comprender el significado real del libro de Josué sólo si reconocemos que lo que este es en el antiguo Testamento, la Epístola a los Efesios es en el Nuevo. Esta sugerencia, por supuesto, tiene que encontrar apoyo en la misma Palabra de Dios.

Por lo tanto, mientras en este primer capitulo estaremos viendo el libro y su significado en su totalidad, quiero que piense en la analogía entre la tierra de Canaán y la tierra de la salvación plena, que es la porción de todo creyente en el Señor Jesucristo.

En primer lugar, nos damos cuenta de que Canaán era la meta a la que Dios estaba dirigiendo a Su pueblo. Cuando Él apareció a Moisés en la zarza ardiente, Él se comprometió no sólo a liberar a los israelitas de la servidumbre en Egipto, sino también a llevarlos a una tierra que fluía leche y miel:

Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. (Ex. 3:7–8).

En otras palabras, la liberación de Egipto fue sólo en preparación para el gozo de disfrutar la tierra de Canaán. La Pascua, el derramamiento de la sangre, el cruce del mar rojo, la destrucción de los ejércitos de Faraón, todos hubieran sido inútiles al menos que estos los llevaran al lugar de reposo en Canaan.

Además, fue sólo en la posesión de la tierra de Canaán, que la promesa de Dios a Abraham, podía ser cumplida. Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré. (Génesis 13:14–17).

¿No es también cierto que los más grandes pasajes del nuevo testamento hayan sido escritos no para la conversión del pecador, sino para el perfeccionamiento del Santo y para revelar el camino de la verdadera vida de santidad? Los fundamentos de nuestra fe-- la regeneración y la justificación — están profundamente colocados para que puedan soportar la superestructura de la santificación y la santidad. Como dice Pablo en romanos 8: 30, " Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó,." Fuimos redimidos para que pudiéramos ser su posesión; justificados para que pudiéramos ser santificados y glorificados. Hemos sido sacados para que pudiéramos ser introducidos.

Y sin embargo ¿nos es verdad que la mayoría de los cristianos se quedan demasiado cortos, y se conforman con una experiencia en el desierto — justificados, pero no gozando de la posesión de toda su heredad en Cristo? Mis amados lectores, desde el principio de su examen de este libro, les pido que consideren cuidadosamente su propia experiencia espiritual. ¿Se encuentran ustedes en el desierto de la derrota, o en la tierra de la Victoria? ¿Es su vida una lucha constante contra los poderes de las tinieblas, con una derrota constante, o es una guerra victoriosa librada en el poder de un Señor resucitado?

Además, observe, desde los versos de la apertura del primer capítulo del libro de Josué, que era imposible para la ley llevarlos a la tierra de Canaán: "Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán." La ley nunca podría heredar las promesas de Dios, no porque hubiera un defecto en la ley (ustedes recordarán que Moisés fue el representante de la ley, y cuando murió su fuerza natural no había disminuido ni sus ojos se habían opacado), pero la ley no podría heredar las promesas de Dios debido a afecciones y el pecado humano.

En Romanos 7, que yo creo es la experiencia de un hombre regenerado, Pablo declara la Ley de Dios como justa y Santa, pero reconoce la existencia de otra ley en sus miembros que luchan contra la Ley de Dios. La presencia de esta ley de maldad en nosotros hace imposible el cumplir con la Ley de Dios y entrar en su bendición completa. Nosotros no alcanzamos el reposo completo y la victoria de la experiencia cristiana por nuestra resolución o por nuestra consagración o incluso por la oración y el ayuno. Veremos, sin embargo, que esa bendición es otorgada a todos los que, en ausencia de todo el mérito y esfuerzo, la reciben con las manos de fe, abiertas y vacías. El cristiano no se mueve hacia la victoria, él se mueve en ella. No luchamos por llegar a ella, sino que permanecemos en ella debido a la Cruz y una tumba vacía.

De nuevo, se observará que la entrada a la tierra de Canaán fue confiada a un representante. Dios repetidas veces se dirigió a Josue y le otorgó a el lo que pretendía para el pueblo, " ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, " (Josué 1: 2). Por lo tanto todo en Canaán fue puesto en manos de Josué como fideicomisario para el pueblo. Era su responsabilidad dividir y asignar la tierra al venir cada tribu a reclamar su parte de mano de él.

¡Cuan perfectamente se cumple todo esto en el Señor Jesucristo! A él se le ha dado toda bendición espiritual, y el la mantiene segura para que nosotros la podamos reclamar. Dios no tiene nada para ninguno de nosotros excepto lo que podemos encontrar en el Señor Jesucristo. Todo el poder fue dado a Él, para que Él nos de la autoridad sobre el poder del diablo. El Señor Jesucristo está lleno de gracia y de verdad, para que de su plenitud podamos todos recibir. Él recibió la promesa del Espíritu Santo, para que Él puede derramarse a si mismo sobre nosotros con poder Pentecostal. Todo lo que tiene es mantenido seguro para nosotros, para ser otorgado al nosotros por fe reclamar nuestra herencia.

Observe los versos tres y cuatro de Josué 1: " Yo os he entregado todo lugar que pisare la planta de vuestro pie". La tierra entera fue dada al pueblo, pero podrían poseer sólo la parte que reclamaran. Debemos no sólo conocer nuestro título, sino reclamar toda bendición. Los más grandes entre los santos son los más grandes receptores. Debemos creer que recibimos, contar con ello y vivir en el poder de ello y así actuar en la fe. Todo el Señor Jesucristo es mío en el momento de la conversión, pero poseo sólo cuanto de El por fe llegue a reclamar.

Para continuar con la analogía, observará que toda una generación murió en el desierto antes de que se lograra la tierra de Canaán. Sólo Josué y Caleb de la generación que dejó Egipto lograron entrar en la tierra. Estas cosas pasan aún; de hecho, esta es la historia de la iglesia cristiana hoy. Seguramente el estado de la Iglesia debe ser un dolor en el corazón de Dios. A pesar del Calvario, a pesar de una tumba vacía y un Señor ascendido, a pesar de Pentecostés, la mayoría de los cristianos perece en la indulgencia, la mundanalidad y el pecado. "Salvos,"como el apóstol Pablo dice, "pero como por fuego".

Sólo aquí y allá encontramos un Josué o un Caleb "quien totalmente siguió el Señor." Sin embargo, su palabra para todos nosotros sigue siendo, " Pasa este Jordán, tú y todo este pueblo.”

Por supuesto, hay una razón de por qué la Iglesia no toma la tierra de bendición. Nuestra analogía sigue siendo aún mas valida cuando recordamos que Canaán estaba habitada por enemigos fuertes. Siete naciones poseían la tierra de Canaán con fortalezas y carros de hierro, y la tierra de la salvación plena en el Señor Jesucristo, desde luego, no es libre de conflictos o de la presencia de enemigos. Ese capítulo tan dramático que ilustra tan perfectamente la guerra espiritual de los Santos, en Efesios 6, nos recuerda que " no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.”

La bendición plena de la vida Cristiana no es otorgada sino a gente hambrienta y entusiasta que se apresta a recibirla. Es verdad que Dios nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales juntamente con Cristo, pero la bendición está en los lugares celestiales, y estos son lugares a los cuales satanás también tiene acceso, y en donde aun puede utilizar sus dardos de fuego. Dios no bendice a Su hijo(a) al menos que los vea entusiastamente buscando la bendición. El no derrama Su plenitud en un plato por así decirlo, y luego nos invita a que nos sirvamos nosotros mismos en un bajo nivel de expectación. El desea que todos y cada uno de Sus hijo(a) s estén prestos para enfrentar todos los ataques del enemigo, y que nos aferremos a aquello que es nuestra herencia en el Señor Jesucristo, sabiendo que todo enemigo al que nos vallamos a enfrentar en la batalla ya ha sido enfrentado y vencido por nuestro Josué.

Por lo tanto, de estas analogías que he presentado yo creo que ustedes podrán ver que este libro de Josué abrirá para nosotros lo que para mucha gente será nuevas áreas en el plan de redención de Dios para todos nosotros, nuevas posibilidades de victorias espirituales, nuevos secretos revelados de lo que es el camino de la bendición. Este libro de Josué dejara de ser, si de hecho esto es lo que es para muchos de mis lectores, un mero recuento de eventos históricos, y se convertirá en una revelación de los que Dios puede hacer en y através de la vida que se encuentra totalmente rendida a Él.
Vida  Cristiana Victoriosa: Estudios en el Libro de Josué 
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