jueves, 11 de octubre de 2012

La Vida Cristiana Victoriosa Capitulo Veinte

Por Alan Redpath

El Poder del Servicio 
Josué 24:19 

1 Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales; y se presentaron delante de Dios. 
2 Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños. 
3 Y yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río, y lo traje por toda la tierra de Canaán, y aumenté su descendencia, y le di Isaac. 
4 A Isaac di Jacob y Esaú. Y a Esaú di el monte de Seir, para que lo poseyese; pero Jacob y sus hijos descendieron a Egipto. 
5 Y yo envié a Moisés y a Aarón, y herí a Egipto, conforme a lo que hice en medio de él, y después os saqué. 
6 Saqué a vuestros padres de Egipto; y cuando llegaron al mar, los egipcios siguieron a vuestros padres hasta el Mar Rojo con carros y caballería. 
7 Y cuando ellos clamaron a Jehová, él puso oscuridad entre vosotros y los egipcios, e hizo venir sobre ellos el mar, el cual los cubrió; y vuestros ojos vieron lo que hice en Egipto. Después estuvisteis muchos días en el desierto. 
8 Yo os introduje en la tierra de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán, los cuales pelearon contra vosotros; mas yo los entregué en vuestras manos, y poseísteis su tierra, y los destruí de delante de vosotros. 
9 Después se levantó Balac hijo de Zipor, rey de los moabitas, y peleó contra Israel; y envió a llamar a Balaam hijo de Beor, para que os maldijese. 
10 Mas yo no quise escuchar a Balaam, por lo cual os bendijo repetidamente, y os libré de sus manos. 
11 Pasasteis el Jordán, y vinisteis a Jericó, y los moradores de Jericó pelearon contra vosotros: los amorreos, ferezeos, cananeos, heteos, gergeseos, heveos y jebuseos, y yo los entregué en vuestras manos. 
12 Y envié delante de vosotros tábanos, los cuales los arrojaron de delante de vosotros, esto es, a los dos reyes de los amorreos; no con tu espada, ni con tu arco. 
13 Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares que no plantasteis, coméis. 
14 Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. 
15 Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová. 
16 Entonces el pueblo respondió y dijo: Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses; 
17 porque Jehová nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales, y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y en todos los pueblos por entre los cuales pasamos. 
18 Y Jehová arrojó de delante de nosotros a todos los pueblos, y al amorreo que habitaba en la tierra; nosotros, pues, también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios. 
19 Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados. 
20 Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien. 
21 El pueblo entonces dijo a Josué: No, sino que a Jehová serviremos. 
22 Y Josué respondió al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos respondieron: Testigos somos. 
23 Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel. 
24 Y el pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos. 
25 Entonces Josué hizo pacto con el pueblo el mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem. 

—Josué 24:1–25 

Llegamos a la conclusión de estas meditaciones en el libro de Josué. Comencé mi ministerio en América enfatizando la enseñanza de este libro en particular porque dentro del mismo, esta la llave que abre la puerta a una nueva revelación de verdad, una experiencia mas profunda de la vida espiritual, y una nueva unción para el servicio a Dios. De la necesidad de todo esto en mi propia vida estuve profundamente consciente. Estoy mas seguro que nunca de que el mensaje de la plena salvación por medio de nuestra unión al Señor Jesucristo en Su muerte y resurrección, según se nos presenta en el libro de Josué, es la necesidad más grande de la iglesia hoy.

Al llegar al último capitulo de este libro, al mensaje de despedida de Josué a su pueblo, nos sorprendemos al ver que el tema del mensaje es el servicio. Toda revelación de verdad que nos lleve a una experiencia mas profunda en la vida debe llevar también a una nueva unción para servir. Tanto de nuestro servicio a Dios se convierte rápidamente en carga y pesadez porque le falta dinámica, y, porque no esta fundado en la verdadera revelación de la Palabra de Dios. Al escribir a los Gálatas y al darles su propio testimonio, Pablo, se acordará usted, dijo que le complació a Dios revelar a Su Hijo en él. Mis amigos, el Señor Jesucristo que llevó acabo la obra salvadora en la cruz debe también hacer la obra santificadora en nosotros por Su Espíritu, y esas dos transacciones son igualmente vitales para la experiencia cristiana. Cuando la verdad se apodera de nuestro corazón, cuando se convierte en parte de nuestra experiencia, cuando podemos hablar de cosas que sabemos, cosas que hemos comprobado y sentido, es entonces que el servicio cristiano deja de ser algo que se agota y se convierte en algo rebosante. 

Quiero que volvamos a trazar nuestros pasos al decir adiós a este libro de Josué, para que podamos tener una imagen completa del libro como una obra total. ¿Cuál es la revelación que se desenvuelve? ¿Cuál la experiencia de vida que ofrece? ¿Cuál es la calidad de servicio que esta esperando? Buscaremos las respuestas a estas tres preguntas aquí; se nos presenta un resumen de ellas en el ultimo capitulo del libro. 

Para empezar, entonces, ¿Cuál es la revelación que se desenvuelve en este libro de Josué? Si usted escudriña el capitulo 24 descubrirá que entre los versículos 2 & 13 el pronombre personal divino se presenta no menos de diecisiete veces. Josué esta repasando las grandes cosas que el Señor había hecho por Su pueblo: “Yo tomé . . . Yo le di . . . Yo envié . . . Yo los saqué . . . Yo los metí . . . Yo destruí a sus enemigos . . . Yo los libré de la mano de sus enemigos . . .” Como inspiración para todo el futuro, Josué trae a su pueblo el récord de su pasado histórico. Desde el principio de su historia como nación le debieron todo a la intervención y poder de Dios Todopoderoso. 

Esto solamente un vista breve de lo que claramente se enseña a través del todo el Nuevo Testamento acerca de la salvación que es nuestra en Jesucristo nuestro Señor. Concentrándonos solo por un momento en el libro de Efesios, que repito, es el comentario Neo- Testamentario sobre el libro de Josué, note el segundo capitulo. Primero, tenemos revelación: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:4–6). Luego tenemos experiencia: “…para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:7–9). Luego, servicio: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10). Allí lo tiene usted—revelación, experiencia, servicio. 

¿Cuál es esa revelación en conexión con nuestra vida y salvación? Nuestra salvación es toda la obra omnipotente de Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo. Dios tomó, Él envió, y Él dio al Señor Jesucristo. Fue Él quien nos libro de la servidumbre para traernos a la tierra de bendición. Él destruyó a nuestros enemigos, Él nos libró de sus manos—cada paso de progreso en la experiencia cristiana ha sido dado por la obra del Espíritu Santo. Y el plan completo de esa obra en su vida y la mía es sacarnos a cada uno de nosotros de la servidumbre, y llevarnos a través del desierto, a la tierra de la plena salvación en donde conoceremos y viviremos la experiencia del poder de la presencia del Espíritu de Dios para salvarnos del pecado. El propósito principal de este plan es que un día cada uno de nosotros estemos presentes, perfectos delante de Cristo Jesús: perfectos en posición, aceptos en Jesucristo; y perfectos y maduros en experiencia. 

Aquí, entonces esta toda la revelación del libro. Lo que somos por la gracia de Dios lo debemos solo a Él. Si ha de haber progreso, si ha de haber crecimiento, si ha de haber avance en su vida cristiana, usted se lo debe todo al hecho de que Él habita en usted. Todo lo que tenemos de Dios nos ha llegado a través de Su Hijo Santo por el poder de Su Espíritu—esa es la revelación total de Dios. Usted es salvo no por alguna obra que usted haya hecho, ni por alguna decisión que usted haya tomado; usted es salvo porque fue elegido en Cristo desde antes de la fundación del mundo, y un día sintió la convicción del Espíritu Santo por causa de su pecado, fue dirigido hacia el Calvario; y su corazón se abrió al Señor Jesucristo, y usted nació de nuevo. 

Desde ese día usted puede recordar momentos de crecimiento y momentos de bendición, todo porque aquel que comenzó la buena obra en usted, la continuara hasta que llegue el día de Jesucristo. Eso es la salvación, y cuando usted fue salvo, ese fue le comienzo de algo real para que a través de cada dolor y desilusión, a través de cada gozo y bendición, a través de cada prueba y tentación, usted pueda ser perfeccionado en Cristo. 

Esa es la revelación del libro de Josué; es la revelación de toda la Palabra de Dios. 

Pero permítame que le pida que note otra experiencia reveladora. En el versículo 15 vemos que Josué puso delante del pueblo dos cosas entre las cuales tendrían que escoger, a la luz de todo lo que Dios había hecho por ellos. “Escogeos hoy,” dijo el, “a quién sirváis.” La respuesta unánime de todo el pueblo fue declarar su disposición y su entusiasmo de servir al Señor. A esa respuesta contesto Josué algo desconcertadamente, “No podréis servir a Jehová.” 

Si usted piensa en esto por un momento, usted podrá ver una contradicción extraña. De un lado Dios había hecho todo por los hijos de Israel. Del otro aparentemente ellos no podían hacer absolutamente nada por Él. ¿Es esto fiel a la experiencia? Yo le sugiero que así es. ¡Cuan dispuestos hemos respondido a las cosas que dijo Jesucristo para cumplirlas y nos hemos encontrado sin poder para cumplir nuestras promesas! ¡Con cuanta facilidad hemos prometido que haríamos esto y aquello y que permaneceríamos con Dios, pero cuando se trató de implementar esta decisión (tomada quizás durante el transcurso de algún servicio en la iglesia) en términos de nuestra vida diaria cuan incapaces hemos sido para poder convertirla en nuestra experiencia! 

En el Nuevo Testamento, la Palabra del Señor para su pueblo es también esta revelación de que somos incapaces para complacerlo. “¿Qué?,” dice el apóstol Pablo, una vez mas a los Gálatas,“¿tan necios sois, habiendo comenzado en el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” (Gálatas 3:3). ¡Cuan frecuentes han sido nuestros fracasos, cuan breves nuestros éxitos! ¡Cuan terriblemente fríos han sido nuestros corazones, cuan cambiantes nuestras emociones! ¡Cuan verdaderamente faltos en verdadera determinación hemos sido a través de los años de nuestra vida cristiana! Por lo tanto hemos llegado a este descubrimiento: que es posible que un hombre tenga una unión con Cristo, pero que sea un completo extraño a la comunión con Él. Quizás tengamos vida, pero es posible que no sepamos absolutamente nada sobre la vida en abundancia. Quizás podamos perdonar, pero no tenemos absolutamente ningún poder sobre el pecado. Quizás estemos justificados, pero no estamos santificados. 

La necesidad más urgente en la iglesia de Jesucristo el día de hoy es aprender como lidiar con la trágica discrepancia entre nuestra profesión y nuestra experiencia. Porque yo estoy convencido de que en la vida cristiana hoy existe una patética diferencia entre lo que somos en posición por virtud de lo que nuestro Señor hizo por nosotros en el Calvario y lo que somos en experiencia por virtud de lo que Él puede hacer en nosotros por el Espíritu Santo. 

Estoy sugiriendo que la necesidad primordial para cada uno de nosotros es dar atención inmediata a la diferencia entre la justificación y la santificación, entre ser redimidos por la sangre y ser hechos santos por el Espíritu. El Señor Jesucristo, quien murió en la cruz para hacer una obra por nosotros, vive ahora para obrar en nosotros por el Espíritu, y el más profundo significado del verdadero avivamiento en la iglesia es el surgimiento de Su vida que mora en el creyente y el flujo de esa vida bendiciendo a los demás. Si la experiencia cristiana no se basa en la revelación, será falsa. Si la revelación no nos lleva a la experiencia cristiana se enfriará, y la perderemos. 

Yo recuerdo haber oído al Dr. Graham Scroggie decir en una ocasión: “Todo cristiano tiene vida eterna; no todos los cristianos tienen una vida abundante. Puede haber vida sin salud; puede haber movimiento sin progreso; puede haber guerra sin derrota. Podemos servir pero nunca tener éxito. Podemos intentarlo pero nunca triunfar, y la diferencia a todo lo largo de la línea es la diferencia entre poseer la vida y vivir la experiencia de la vida abundante. Esta vida abundante es simplemente la plenitud de vida en Jesucristo hecha posible por Su muerte y resurrección, y hecha real por la venida de su Espíritu Santo a morar en el creyente. Eso es la vida abundante. El problema con muchos de nosotros es que estamos del lado correcto del domingo de resurrección pero del lado equivocado del Pentecostés, del lado correcto del perdón, pero del lado equivocado del poder.” Somos justificados, pero no somos santificados. No es suficiente decir que hemos sido perdonados; somos llamados, dice el libro, a la santidad. 

Se ha sugerido en algunas partes que el gran problema en la iglesia hoy día es la confusión de doctrina en los círculos evangélicos que lleva a la confusión de experiencia. Yo no creo eso. Yo creo que el gran problema de la iglesia hoy día es la salvación de mitad y mitad con la que tanta gente parece estar perfectamente satisfecha. 

Esta es ilustrada por Israel en el desierto, entre Egipto y Canaán, derrotado y en servidumbre. Es ilustrado por el lenguaje usado por Pablo en Romanos 7—el punto medio entre la liberación de la culpa del pecado y la libertad del poder del pecado. Es ilustrado de nuevo en I de Corintios 3, en donde tenemos las descripción de Pablo del cristiano carnal, en quien se encuentran conflictos y división pero no crecimiento, pues este permanece siendo un bebe. Vemos el ejemplo de esto en la vida de algunos de los primeros discípulos quienes, encantándose entre el domingo de resurrección y el día de Pentecostés, fueron apresados por el temor y no tenían un verdadero sentido de vocación. Usted sin duda recuerda cuando Pedro los reunió a todos y con una voz a medias, desconsolada y desilusionada dijo, “Voy a pescar.” No tenia sentido de vocación, ni sentido de llamamiento, y todos estaban desesperadamente temerosos de lo que iba a pasar con ellos. 

Nadie puede vivir la vida más abundante que tenga temor en su corazón, y que no tenga un verdadero sentido de llamamiento y vocación a Dios. Una y otra vez es la muy profundamente arraigada convicción de vocación, llamamiento, disciplina, que mantiene al hombre en lo fácil y duro de la batalla, trabajando para Cristo todo el tiempo. El problema es que muy a menudo en la iglesia hoy estas son cosas que están faltando. Y todo esto nos lleva a la declaración hecha por Josué al pueblo de Israel, “No podéis servir a Jehová [vuestro Dios].” 

Esta es la asombrosa paradoja de la vida cristiana—que aun cuando Dios ha hecho todo por nosotros en la Cruz, y espera hacer todo en nosotros por el Espíritu, somos enfrentados por la atroz verdad de que no podemos responder con nada, “No podemos servir a Jehová nuestro Dios.” 

Pero permítame preguntarle, ¿Cuál es el servicio que Dios espera de nosotros? ¿En donde reposa el poder para poder realizar la experiencia? No tengo la menor duda que a veces muchos de nosotros hemos sido forzados a enfrentar nuestra absoluta incapacidad de hacer cualquier cosa que pueda complacer al Señor. A pesar de todo nuestro deseo, toda nuestra preocupación, y todo nuestro interés en la obra, esto se escribe de nuestra experiencia cada día—la completa incapacidad de la carne para hacer algo que lo pueda complacer. Por otro lado tenemos la oferta de una vida mas abundante, una vida que es santificada y victoriosa. 

¿Cómo puede mi impotencia encontrarse con la omnipotencia de Dios? Esa es la pregunta que debemos contestar al llegar al final de este estudio. Demasiada gente ha entrado por medio de una transacción definitiva en esta vida mas profunda para dudar de la realidad de la experiencia. Demasiada gente la tiene—demasiada gente la ha conocido—demasiada gente por una experiencia tan real y definitiva como en el día que nacieron de nuevo han entrado en la vida mas abundante y han salido del desierto y entrado en la tierra para que la verdad sea retada. 

Dwight L. Moody una vez dijo en Glasgow, —repito textualmente sus palabras: “¡Un día en Nueva York—oh, que día! No lo puedo describir; casi nunca hablo de el. Es una experiencia demasiado sagrada para nombrarla. Lo único que puedo decir es que Dios se me reveló, y tuve tan grande experiencia de Su amor que tuve que pedirle que detuviera Su mano. Volví a predicar; los sermones no eran diferentes. No presenté ninguna verdad nueva, y sin embargo cientos se convirtieron. Yo no volvería al lugar en donde estaba antes de aquella bendita experiencia aunque me dieran todo Glasgow.” Moody entró por una transacción definitiva con Dios a una nueva vida en un nivel totalmente diferente. 

David Brainerd, según esta escrito en su biografía, derramó sudor y fue casi abrumado al intentar alcanzar a Dios de parte de las almas que tenía delante de él, pero predicó de tal forma que muchos estoicos, gente india de corazón duro se doblaron como pasto ante una guadaña. 

En casa en Inglaterra buscando nuevo reclutas después de años en el campo misionero, Hudson Taylor estaba sentado en contemplación un día y se dio cuenta como nunca antes, de su impotencia y su falta de méritos y su inutilidad en el servicio de Dios, cuando, usando sus propias palabras, él reconoció que “no es lo que Hudson Taylor haga por Dios lo que importa, sino lo que Dios hace usando a Hudson Taylor.” Y desde ese día comenzó a vivir lo que él llamó la “vida cambiada,” en la cual era “no mas yo, sino Cristo.” 

Usted me dice, “Estos hombres son los gigantes de la fe, ellos son la excepción; esas experiencias no son para mi.” Ellos se hicieron gigantes solo porque obedecieron a Dios. Satanás ciega las mentes del pueblo cristiano a la realidad de esto y los hace que estén contentos con una salvación de mitad y mitad. Estos hombres se hicieron gigantes solo porque obedecieron a Dios, esperaron en Él, reclamaron lo que Él había prometido en Su Libro. ¡Si son las excepciones, que comentario tan trágico del resto de nosotros! Dios no tiene favoritos, pero Él tiene una experiencia para nosotros tan alta y diferente del nivel de vida cristiana en el desierto como la conversión esta por encima de la que vivió antes de ser salvo. No necesitamos esperar a Dios— Él esta esperándonos a nosotros. Josué le dijo a su pueblo, “Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel.” (24:23). 

Vacilo aquí en decir cualquier palabra de testimonio personal, pues podría parecer soberbia espiritual, pero Dios conoce mi corazón. Yo recuerdo el día en el que el Señor me hizo enfrentar esta verdad, y supe que había ídolos en mi vida de predicador que tenían que desaparecer. Uno era el ídolo de la bolsa de tabaco; los ídolos de afectos que no eran la voluntad de Dios. Estaba el ídolo del dinero no rendido, de la falta de disciplina de ofrendar. Estaba el ídolo de la lengua de crítica que se rehusaba a admitir como compañeros a hermanos que no estaban exactamente de acuerdo con lo que yo pensaba acerca de la Biblia. Estaba el ídolo del corazón frío, el ídolo de una vida falta de oración. Recuerdo el día en el que Dios me quebrantó por estos ídolos. 

Yo no diría que soy perfecto. De hecho, me sonrojo al pensar en las veces que he fallado desde entonces, pero he llegado a ver y a sentir, en un nivel mas profundo cada día, que esta vida mas abundante me ha sido ofrecida, no como un paso final, sino como una crisis que lleva a un proceso. Descubro todos los días que hay mas y mas de Jesús si tan solo yo me acercara a Dios y tuviera hambre de todo lo que Él tiene para mi en Cristo. No existe tal cosa como una experiencia final en la que se le reclama a Él por fe, pero luego, al seguir adelante con Dios, esa experiencia crece, según crece su capacidad, su vida se engrandece, y usted mengua, y Jesucristo se convierte en el más hermoso. 

Por lo tanto, si es que vamos a servir, debemos primero rendirnos. Si es que vamos a vencer, debemos primero obedecer. Porque servir es mucho mas que mera ceremonia, es postrar el corazón delante de la majestad de Dios en Jesucristo. Es la transformación de nuestro carácter en una reflexión de Su pureza, este es el acercamiento de alguien inmundo y necesitado a Dios, el Santo, por los méritos del sacrificio que fue hecho sobre el madero en el Calvario. Es el descubrimiento de que la santificación es lograda y la santidad ganada y la experiencia vivida exactamente en la misma forma en la que fui justificado. Es todo de fe. No es mi lucha por conseguirla, no es mi esfuerzo y lucha por alcanzar la pureza y la piedad, es recibir por fe todo lo que hay de Jesús para ser personalmente para mi todo lo que Él ofrece a todos nosotros. 

¡Que día será cuando reconozcamos nuestro fracaso, y a pesar de ellos aun creer que podemos aun ser convertidos en todo lo que la voluntad de Dios quiere convertirnos! Jesucristo se ofrece a si mismo a usted como la fuente de toda fuerza y poder. Usted lo ha intentado, pero ha fallado. ¿Por qué no empezar a confiar? Lo ha intentado en sus propias fuerzas, y usted se ha encontrado con su debilidad. ¿Por qué no asirse de Su poder? Pero si usted hace eso, usted debe estar listo para renunciar. ¿Debemos aferrarnos a las cosas del mundo y debemos practicarlo para poder hacer a la gente del mundo pensar que después de todo, los cristianos son humanos? Yo creo que no. Si usted va a entrar en la vida más abundante, entonces pruebe todo lo que haga a la luz de su amor por el Señor Jesucristo. No permita que nada oscurezca su vista del Calvario. 

Agustín dijo una vez, como principio de su vida, “A mi mismo me mostraré un corazón de hierro, a mi prójimo un corazón de amor, a mi Dios un corazón ferviente.” Esta es la calidad de servicio y vida para la cual Dios nos esta llamando, Sus hijos. Este es el servicio y la experiencia que le es ofrecida a usted, basada en la revelación del Libro. 

“Escogeos hoy a quién sirváis;. . . pero mi casa y yo serviremos a Jehová.” (24:15).

Vida Cristiana Victoriosa: Estudios en el Libro de Josué 
Copyright © 2007 by the Redpath Family 
Traducido por Carlos Alvarado